jueves, 4 de febrero de 2016

El 85 % que somos reclama.

 
           Es inaceptable que se siga contaminando las fuentes principales de agua potable (como tantas otras cosas). Es obvio que no existe la conciencia empresarial en general y sobre todo por estos lares,  porque si el negocio pierde ya no funciona, y si no funciona ya no hay empresa, y los costos y riesgos a corto plazo ponen en duda cualquier acción firme para cambiar el paradigma de producción. Si a esto se le suma la incomodidad que genera un estado de conciencia que involucra algo mas allá de uno y su grupo familiar o su pequeña comunidad, algo mas que la necesidad egocéntrica de la caridad, la ayuda a los pobres y los desvalidos, la propia realización, mas allá de tener una maceta con cilantro, albahaca y especias en el balcón producto del refinamiento culinario, aparte de ese deseoso deseo de “ser sano” pero no necesariamente deseoso de una relación saludable con el medio que implica abandonar cosas e incluso a veces “perder”.

      

Conciencia mas allá de la autoridad
  
      Ésta mezcla de miedo, de ignorancia, aquí se conoce como "viveza criolla", "picardía rioplatense", el sacar la ventajita mientras nadie se da cuenta, hasta que no se aguante mas. Se hace evidente que frente a ésta mentalidad exista un Estado (organización política, organismos de gobierno) que intervenga y presione en cuestiones tan fundamentales como ésta del agua potable ya que la propia conciencia humana, dividida, restringida y aterrada en su pequeña chacra de beneficios y evadiéndose en sus nichos de entretenimiento y negocios, también está contaminada y actúa consecuentemente, cargando siempre la necesidad de que la obliguen, que le impongan leyes, que la sometan a la autoridad para actuar correctamente. 

      La autoridad o guía fue en un momento Dios y luego el Estado ( y dependiendo de quien se encontrara en lo mas alto de sus escalafones de poder esa guía condujo muchas veces a revelar lo mas aterrador de la miseria humana) pero a su manera también hoy la Multinacional (que en definitiva es la máxima expresión de una empresa de negocios con sus tips de eficiencia, productividad, gestión, management, charlas motivacionales y demás).  Dios y el Estado ya mas o menos los conocemos, con respecto a la empresa de negocios cabe destacar que jamás puede ser un órgano regulador y representativo de los intereses del hábitat humano, ni del relacionamiento humano, en donde no tienen nada que ver los conceptos de lucro y rentabilidad, porque el hábitat con sus posibilidades y riqueza y las relaciones humanas en interacción con el medio no son un objeto de consumo o un producto que pueda ser trozado, vendido, cuantificado, sometido a estándares y modelos comerciales a macro escala, empaquetado, arrasado, explotado con el fin exclusivo de obtener ganancias. 

        Entonces, lo que nos va quedando (por el momento), este Estado (porque Dios ya no es aquel del antiguo testamento que se calentaba y arreglaba todo a las trompadas) debe, para que comience cualquier emprendimiento comercial en general pero específicamente en el cual sus acciones  involucren directamente al medio ambiente, someter a un exhaustivo y estricto control a la hora de ver el posible impacto que dicho emprendimiento pudiera provocar (es obvio). Un control sin concesiones a lo largo del proceso de implementación y continuidad en el tiempo. Y llegado el caso, si ese emprendimiento no cumpliese con las normas básicas de impacto ambiental, el Estado con todo su poder (marco legal, reglamentaciones etc. pero sobre todo con personas conscientes de la vital importancia de su trabajo y como centro ineludible, la salud del medio y el ser humano, como un todo) debe no solo sancionar, sino procurar que inmediatamente se detenga cualquier acción que afecte peligrosamente el hábitat.  Por supuesto planteando alternativas viables para la reestructuración del emprendimiento si las hubiere.
       Pero ademas la gente, que en definitiva constituye el ente social real, que construye toda acción y hace toda acción posible, debe interesarse por estos temas vitales, para construir consciencia, hablando, reflexionando, para actuar diariamente en un sentido que nos contenga a todos y no sólo a unos pocos, viendo y cambiando de nuestra vida todo lo necesario para ir en esa dirección que incluye. Lo cual no significa ir todos pegados de la mano para todos lados como ganado, sino intentando descubrir si existen formas nuevas de vivir que sean difícilmente (por el hecho de ser fuerzas vivas) estandarizadas, y puestas al servicio de algún producto comercial, o al servicio de modelos sociales impuestos que sirvan a un sistema y sus mercados. Inclusión que no significa solo una cuestión de derechos y justicia, sino en el sentido de comprender verdaderamente esta relación que indefectiblemente nos une, no solo como humanos sino como parte indivisible de esta entidad viviente que es este planeta.

        Hay un límite de impacto que una región o el planeta pueden absorber, así como un máximo de alcohol que nuestro cuerpo puede tolerar, un máximo de estrés que el cerebro pueda resistir, sin que deje mella en el cuerpo y la psiquis. No vale esa absurda frase "lo que no te mata te hace mas fuerte" para justificar cualquier barbarie y acto violento con la excusa de intentar hacernos resistentes e inevitablemente también mas insensibles (distinto de sensiblero). Y no hay reivindicación humana, dentro del pequeño universo humano que valga a la hora de decir "prefiero seguir contaminando" pero conservar mi fuente laboral, o mi empresa, porque tarde o temprano las consecuencias de una acción constante y nociva sobre el medio caerán sobre nuestras cabezas, las de los hijos de la humanidad, afectando hasta quien sabe donde ésta organización viva que es este planeta, organización viva de la cual (nos guste o no) somos inseparables. 


Consumidores consumidos

        Como consumidores debemos someter la acción empresarial comercial a nuestros hábitos, pero estos hábitos  deben ser antes cuestionados por nosotros mismos para no ser gobernados por ellos, gobernados por el paladar, la tradición, o la inconsciencia moldeable de la acción de masas.

       He comprado un filtro de agua debido al los informes que he leído, quisiera no haberlo hecho,   ¿éste es el precio de crecer? ¿Los que no puedan pagarla simplemente serán desechados y contaminados, lenta y pacientemente? ¿O inventaremos un megasuperfiltro entre las tantas innovaciones de ésta era de la innovación, para seguir contaminando ríos con tranquilidad? ¿Y las especies que construyen y son parte del hábitat? ¿Haremos filtros para ellos? Algunos tenemos el privilegio de agüita envasada porque podemos pagarla, como se hace en las reuniones de altos jerarcas de gobierno (éste o cualquiera) que dicen el agua es potable pero beben la de "marca" o empresarios para los que el agua, la fuente esencial de vida en este planeta, es un insumo más. Todo porque alguien quiere vender mas soja, o maíz, etc, y está dispuesto a usar Glifosato o 2,4 D probablemente cancerígenos (esto significa que han sido probados con animales de laboratorio como tales) porque un irresponsable se niega o ni sabe o no le interesa lo importante del delicado equilibrio de este mundo maravilloso cuando se lo somete al exceso y el desinterés?

       Es probable que el exceso, el destrato, el desinterés y la violencia que tenemos para con nosotros mismos física y psicológica, sea también el modus operandi con el cual nos relacionamos con el mundo. Pero el tema es no darnos cuenta que nosotros no somos mas que una mera extensión de este mundo… y lo cierto es que no somos tan importantes para el hábitat como por ejemplo los insectos. 

       Inventamos mucha ( increíble, a veces nefasta y otras útil) tecnología para solucionar problemas que se nos presentan del medio, también para problemas que nosotros mismos creamos, pero lo peor es cuando esa tecnología está al servicio del que tiene mas dinero, por tanto esos problemas generan soluciones para unos pocos, ademas de que esa tecnología necesita consumir también y a veces agotar esos recursos naturales para desarrollarse, girando en ese círculo vicioso, enfermo y rentable.

       Ahora bien, uno esta sumergido en esto. ¿Que va a hacer? ¿irse de vacaciones? ¿Salir corriendo al monte y meditar? ¿Hacer su vida y olvidarse de todo? Traer (vaya a saberse de donde) mas gente al mundo, para cumplir con el célebre pasaje bíblico: ... sed fecundos y multiplicaos... ¿Hacer una comunidad en la mitad del campo? Si bien los lugares tranquilos contribuyen a eliminar todo ese ruido superfluo que nos aleja de nosotros mismos y que tendemos a llenar con música fuerte, tragos y demás (quizás por miedo a ese encuentro), o el cambio de ambiente que contribuye a “recrearnos” (o mas bien distraernos) ¿es posible escapar de uno mismo? ¿es posible escapar de la propia consciencia humana cuando ésta es una sola? ¿Como se puede producir un cambio?

       Hay algo que es seguro, debemos a diario  poner en práctica el “reducir reusar y reciclar”, no como un slogan para una remera o por ser una acción que está de moda, clasificando nuestro cada vez mas abultado y absurdo consumo para justificarlo, ni para  quedar bien con el que nos esta mirando, sino con  un significado profundo, de profunda convicción compromiso y comunión con lo que nos rodea, con el mundo, con nosotros mismos, intentando descubrir la dinámica de la vida que tiende a no derrochar ni a excederse y autorregularse a través de infinidad de “organismos” vivos, tendiendo a un estado de equilibrio y compensación sin el cual el fenómeno de la vida en todas sus manifestaciones no se habría producido. Por ello en el día a día debemos ser mas cuidadosos y atentos con lo que pensamos y decimos. Más recatados (catar de nuevo) con los impulsos que algunos suponen una idea de libertad. La falacia se encuentra en la creencia popular que los impulsos son elementos naturales incondicionados, y que provienen de algún lugar inmaculado, sagrado y puro. La frescura de la niñez, la espontaneidad tan mentada y todo ese canturreo para el chantaje emocional, vinculado hoy a la idea de “ser joven” , despreocupado, etc. 

     Conceptos como: No cuestione, sea espontáneo y saque un préstamo que no puede pagar, viva la vida ahora (porque la vida es aquí y ahora), no deje para mañana lo que pueda consumir hoy, disfrute. El tiempo se le acaba, no dude, sea espontáneo como un niño caprichoso, algo molesto a veces pero fácil de manejar, someter, regular, sea un buen target.

Frescura sin represión ni descontrol

     Sin embargo pocos son los que investigan esa frescura mas allá de esa romántica visión y que poco tiene que ver con un pataleo infantil, ni la espontaneidad  con una actitud semejante a una reacción química inestable. Porque sino se reduce el significado de éstas palabras al mero ejercicio de la sonsera, y decir o hacer la primera tontería que se nos cruza por la mente que quizás sea útil para pasar el rato, aflojar tensiones, pero no necesariamente para producir una revolución en la conciencia que provoque un cambio en nuestro hacer. Porque si se observa el mundo, a menos que uno este pasándola relativamente bien y no quiera mirar, no es así una inmensa cantidad de personas. Según la ONU 836 millones de personas se encuentran en la pobreza extrema es decir no pueden satisfacer varias de sus necesidades básicas para vivir. Convive así en esta sociedad humana el acceso y exceso con la exclusión y la miseria y esto no es solo una expresión verbal.
     
     Uno tiene la obligación de preguntarse si hay una frescura mas allá de esa etapa de la niñez cuando no habíamos aun sido sometidos a ciertas barbaries culturales y civilizadoras. Una frescura donde no exista el control y la restricción en un combo de represión, que luego requiera de la descarga. Una frescura fuera del juego de opuestos y sus “tensiones”, mas allá de esas "pulsiones de vida" que menciona el psicoanálisis. Una donde esa "alegre y divertida" aceptación de esta realidad mundial se convierta en una rebelión contra la propia estructura de la cual somos engranajes dormidos, en ese sueño de una maquinaria a la cual  ingresamos casi sin saberlo pero que necesita de la estructura, la energía, y la vida humana para mantenerse en pie. 

      Discursos haciendo apología de estereotipos infantiles y estereotipos de la adolescencia como "La" (con mayúscula) forma de ser. Estamos acostumbrados al ejercicio de la descarga, signo cultural de esa adolescencia y de la niñez en esa efusividad desbordada, producto de la ebullición hormonal, o la alta ingesta de azúcar, acostumbrados a la catarsis, (¿es ésto una catarsis?) opinólogos de todo tipo y cada vez mas micrófonos, buscando frases rápidas o citas celebres que en unas pocas palabras encuentren la solución a todo, construyendo, puliendo y reforzando nuestras personalidades frente a la opinión pública pero, en definitiva, convirtiéndonos en copias baratas, repertorio de cuanto medio de prensa y programa mediático hay, cúmulo aleatorio de posturas adquiridas, inoculadas, programadas, “cuasirobots” de última generación, simulando la vida, que pronto la computadora alcanzará y quizás supere. Suponiendo que la descarga es frescura o espontaneidad, asombrándonos cuando un androide que simula comportamientos “vivos” nos sorprende mas que una flor, o un insecto con toda su complejidad, belleza intrínseca y misterio y quizás millones de años de evolución. Y es claro el por qué: vanidad, orgullo, control y pertenencia a la especia creadora de ese “objeto prodigioso” que simula la vida. Que simula. 

     Por otro lado el argumento de la sinceridad como expresión de ésta espontaneidad y frescura también es bastante frecuente. Digamos que soy un estúpido (quizás sí) que no cuestiono nada de lo que digo y pienso, pero soy sincero, es decir: no oculto lo estúpido que soy. No hay  nada de valor en la sinceridad salvo que brinda valiosa información para los que no les gustan, en este caso, los estúpidos. 
     En definitiva los impulsos pueden haber sido condicionados  por la cultura en un tiempo determinado, la educación, por la historia familiar, la sociedad, las diversas experiencias, por el instinto animal anidado en el cerebro reptiliano, por arquetipos heredados, por una enfermedad mental, por el estrés, un desajuste hormonal, el esfuerzo como modus vivendi, por un mal día, en fin.. no hay nada de “natural” en el sentido de “algo inmaculado y sagrado” en eso que algunos mencionan como espontáneo y fresco. Y es importante rever estas cosas porque esto va a definir nuestras acciones, y nuestras acciones el tipo de relación que vamos a tener con nosotros mismos y con el mundo, y esa relación el tipo de sociedad que vamos a construir. 

¿A qué costo?

    Si bien no hay nada seguro, hay algo que es seguro en este inmenso trabajo de constantemente estar desaprendiendo, éste no acumular, para no quedar enroscado en lo que se sabe, si es que se puede saber en el sentido de éste comprender, ésta relación, éste vínculo imaginario de un supuesto “yo” (Pedro, María, José) con el mundo todo. Es seguro que es necesario reducir para crecer en vez de seguir con tanto despilfarro, desenfado, sorna, que es hincharse, inflamarse, e inflamarse definitivamente no es igual que crecer.  Inflamarse es acumular aumentando de tamaño y para aumentar de tamaño a una escala mas allá de lo humano el costo siempre es rescindir de nuestra humanidad (una inseparable con el mundo), de nuestra verdadera libertad, al alto costo de consumir y agotar todo lo que es vida.

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