lunes, 29 de noviembre de 2010

A(em)prender

¨El mundo es una mierda¨ dice un señor. Me pregunto de que mundo esta hablado ¿Será el mundo que creamos tal vez? ¿En el que vivímos, en el que nos movemos, en el que pensamos, en el que dedicamos toda nuestra energía, el que defendemos? Con todos su entretenimientos, sus distracciones, sus espectáculos, su trabajo que parece pretender estar ajeno a todo el proceso de la vida. Toda esa media vida girando sobre lo mismo. Ese mundo, insignificante, es como un adulto berrinchudo y emprendedor, con los pañales sucios. No es por lo emprendedor, sino porque sigue cargando con sus pañales sucios y sus berrinches. Su emprendedurismo (su dureza emprendedrora) es sólo un método para conseguir su capricho. Pero el mundo real es inmenso aún en su mas diminuta expresión, sorprendente, justo y equilibrado mas allá de cualquier juicio. Emprendedor sin esfuerzo, sin meta, sin plan de acción, tal vez con una justicia y un equilibrio incomprensible, porque no observamos realmente. Inaccesible desde nuestra torpe mirada, obsesionada en conseguir resultados rentables. Donde la palabra justo y equilibrado no podrían explicar su ritmo vivo, su orden exquisito e inmediato, su profunda Belleza... Belleza sólo visible cuando abandonamos todo lo que nos pertenece.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Darse cuenta

"Darse cuenta" inmediato, espontáneo. Uno lo ¨ve¨ esta ¨ahí¨ muy claro, no se necesita abrazarlo, ni actuar sobre él. El comprender, abrazar algo, rodearlo por todas partes, penetrarlo, parece ser un proceso sutil del pensamiento que surge de la necesidad, de la intención, tal vez también del miedo. Algo que comienza y acaba, sujeto al tiempo, hoy no comprendo mañana comprenderé, debo comprender. Luego todo el elaborado palabrerío para tratar de describir eso que uno a comprendido, que ha penetrado, que ha abarcado. Alcanzar aquello. Toda esa evolución desde este punto a aquel y lo que implica, todo ese trayecto con sus idas y vueltas, con su laberintos, problemáticas y juegos. Pero un se pregunta, que sucede cuando la búsqueda cesa, no en el sentido de abandonar esa búsqueda y seguir con otras búsquedas más superficiales o mas profundas, sino cuando la búsqueda se acaba absolutamente y sólo queda ¨ese observar¨, donde es posible el "darse cuenta", ¨ver¨ ¨eso¨ que está más allá de cualquier proceso cognitivo. Sólo queda lo que Es, el hecho. Descubierto, ahora, porque ha dejado de estar teñido por cualquier búsqueda, por cualquier condicionamiento o aparente necesidad interior que distorsionaba su visión. Porque la búsqueda implica también el objeto deseado a encontrar. Allí en el deseo de la búsqueda puede encontrarse cualquier tipo de condicionamiento consciente o inconsciente actuando. Es decir quiero encontrar aquello para estar mejor o para comprender mejor. Para ser una mejor persona, para construir un mundo mejor, etc. ¿Será quizás dejar de lado incluso la búsqueda en si, la idea que uno tiene de búsqueda? Y en esa claridad que no esta interrumpida por ninguna opinión propia, particular, sin ningún deseo de realización personal, de lo que debería ¨ser el buscar¨, del que nada pretende encontrar, allí ¨encontrar¨, ¨ver¨ realmente la verdad, ¨eso¨, ¨darse cuenta¨, cuenta de lo que hacemos, de lo que decimos, de lo que pensamos, de lo que queremos, todo eso, todo ese condicionamiento, consciente e inconsciente. Sólo observarlo. Atentos, sin pretender hacerlo encajar en teoría alguna.  Si tratar de sacarle provecho. Sólo ver.

Si buscamos, es posible que encontremos lo que queríamos encontrar. Ahora si sólo ¨vemos¨, con profunda claridad, sin que ni el mas mínimo  rastro de personalidad y opinión se cuele en esa visión.(y si se cuela también observar eso) Es posible, tal vez que veamos la realidad, lo que Es y no sólo lo que queremos o no queremos, lo que nos gusta o lo que no. Lo que queremos o lo que no queremos sólo lleva nuestras búsquedas a lo que ya de algún modo sabíamos que íbamos a encontrar, agradable o desagradable. De todas formas a pesar de ser descubiertas estas cosas, descubiertas por el pensamiento, continúan. ¿Por qué no cambiamos? Eso es otra trampa de ese que comprende. El ego triunfador que ha alcanzado aquello, esa comprensión, esa iluminación y se a conformado con la explicación. Tal vez luego venga el abandono porque ahora: ¨Yo ya sé¨. Ya sé como esto ocurre, sé sus procesos, sé de su origen (solo intelectualmente), y esa idea y sus explicaciones pasa a ser parte del conocimiento, de la memoria. Y no en algo vivo, vívido. En realidad: ¨No he cambiado nada profundamente ni lo haré¨.
Pero si allí en esa observación, vemos aquello en su totalidad, lo que supuestamente queremos, lo que supuestamente no queremos, lo que ocultamos o posponemos a nosotros mismos, todo ese universo interior y exterior sin división alguna entre uno y lo otro, y lo vemos sin ya no estar ese que juzga. Entonces sólo existe ese ¨ver¨. Solo ¨ver¨, pero ¨ver¨ realmente, sin concusión, sin análisis. Así como se ve la corteza de un árbol, con todos sus detalles, su estructura, su textura, su olor, su absoluta realidad mas allá de lo que creamos, mas allá de la idea que tenemos de corteza, y así con profunda franqueza veamos lo que somos y no lo que deberíamos, lo que realmente somos. Allí en aquella observación profunda de lo que somos,  lo que tiene que morir en nosotros muere, se deja a un lado definitivamente. Como si uno fuera caminando por una senda, donde hay un pozo, uno esta algo distraído y en un segundo el cuerpo reacciona con su propia inteligencia de autoconservación, ¨ve¨el peligro, se detiene… ¿Será posible estar en contacto con esta inteligencia a la cual solo podemos tener acceso si somos libres, verdaderamente libres, para observar desde esa verdadera libertad, y desde esa absoluta responsabilidad ver el peligro de nuestros propios actos y pensar, y con esa inteligencia natural detenernos a tiempo? ¿Vemos el profundo egoísmo que existe en la la búsqueda de ascensión propia, en el propio entendimiento, esa carrera absurda tras la iluminación,  la salvación, el premio final la seguridad máxima?
¿Es el pensamiento el que ve? ¿Es la herramienta la que decide? ¿Es ese terrible miedo el que  bajará las barreras para que ¨entre¨ lo nuevo?  ¿Es el miedo el que bajara la guardia, tirará los muros que ha construido y dejara entrar el aire fresco? El miedo es una reacción ¿Una reacción a que será? ¿No será el miedo una  ignorante reacción al Amor ya que se ha creído por esa propia ignorancia distinto de Él? ¿Y si en realidad se da cuenta que no es distinto y por tanto deja de ser reacción y por tanto deja de ser? ¿Quién es esta entidad independiente temerosa, sola, enajenada, que ha levantado muros para sentirse segura y que su vez esos muros la han enajenado y ahogado aún más? Este que teme. ¿A que teme?  ¿A morir, a exitinguirse definidamente? ¿A quedar solo?… ¿A existido alguna vez esta entidad, este yo? ¿Realmente ha existido esta imagen de nosotros  mismos por si misma separada e independiente, distinta de todo lo demás?