lunes, 29 de noviembre de 2010

A(em)prender

¨El mundo es una mierda¨ dice un señor. Me pregunto de que mundo esta hablado ¿Será el mundo que creamos tal vez? ¿En el que vivímos, en el que nos movemos, en el que pensamos, en el que dedicamos toda nuestra energía, el que defendemos? Con todos su entretenimientos, sus distracciones, sus espectáculos, su trabajo que parece pretender estar ajeno a todo el proceso de la vida. Toda esa media vida girando sobre lo mismo. Ese mundo, insignificante, es como un adulto berrinchudo y emprendedor, con los pañales sucios. No es por lo emprendedor, sino porque sigue cargando con sus pañales sucios y sus berrinches. Su emprendedurismo (su dureza emprendedrora) es sólo un método para conseguir su capricho. Pero el mundo real es inmenso aún en su mas diminuta expresión, sorprendente, justo y equilibrado mas allá de cualquier juicio. Emprendedor sin esfuerzo, sin meta, sin plan de acción, tal vez con una justicia y un equilibrio incomprensible, porque no observamos realmente. Inaccesible desde nuestra torpe mirada, obsesionada en conseguir resultados rentables. Donde la palabra justo y equilibrado no podrían explicar su ritmo vivo, su orden exquisito e inmediato, su profunda Belleza... Belleza sólo visible cuando abandonamos todo lo que nos pertenece.

2 comentarios:

  1. que el mundo pareciese que va ajeno e incluso en contra de todo proceso de la vida, de lo verdaderamente vivo, del mismísimo equilibrio que constantemente, emprendedoramente y con harto empeño, nos acuciamos a desequilibrar, afeando la belleza que palpita en lo incomprensible, empeñándola, necia, y soberbiamente estúpidos, a cambio de seguros, gestionándonos y aplazándonos y al fin y al cabo desdeñando como si fueran fábulas la realidad de tantas sutiles maravillas que no tiene accesos de mecánicos ascensores ni explicaciones que no agrieten o agríen su exquisitez, eso es tal cual, vaya mundo que venimos acelerando para vernos cada vez menos...
    detenerse es todo un entrenamiento, detenerse en el kilómetro cero, donde todo puede sucederse sin antecedentes, en ese segundo en el que decimos aún seguimos vivos y habrá que devolverle la vida a este mamarracho...
    mamarracho de vivir como si la opción de no tener otro plan que no sea ese, el único que vale la pena, el de seguirle el paso al ritmo vivo, no estuviera -en cada despertar- al alcance de nuestro parpadeo...
    a veces me pregunto si lo que deseo es justamente aquello que no de he de tener, porque precisamente lo deseable, lo que realmente amerita el empeño y la testarudez del deseo, no es ni será jamás una posesión. Habrá que agudizarse y sondear y ver que es lo que sentencia carencias que no "tenemos". Somos eslabones, enlaces rabiosos pero en pose, enlazados en este aburrimiento que conlleva el no animarse a desamarrarse de las opacas configuraciones de ser almohadones de sofás. Me gusta leerte. Sigo pensando en algunas notas del "Darse cuenta". Saludos.

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