domingo, 18 de septiembre de 2011

Construir La casa.

Cuando uno quiere ser mejor es que ya tiene una idea de lo que es ser mejor, ¿no? ¿Entonces porque uno no cambia? ¿Que espera? ¿Es que uno no sabe cómo? ¿O quizás en realidad no sabe con certeza lo que es "ser mejor" y busca una forma de "ser mejor" a partir de la idea que tiene de lo que es ser "insuficiente" o "peor"?

Hemos aprendido a perfeccionarnos mejorando y afinando los aspectos tecnológicos, siendo mas eficientes. Leyes sociales basadas en nuestro ideario de igualdad y justicia, y estamos todos de acuerdo. Pero sigue existiendo la falta de equidad, la iniquidad expresada en la violencia, el maltrato, el abuso, el exceso, la violación, la guerra, la estupidez, el conflicto cada día en los hechos. Un mundo evidente y actuando en nuestros vínculos.

Aquí al parecer ya tanta gente no fuma cigarrillos, la prohibición y la norma, el control y la información, han surtido su efecto. Y todos aplaudimos y estamos contentos porque menos gente se enfermará, su calidad de vida mejorará, etc, etc. Sin embargo todo este combo y resultados no puede hacer nada con la causa original por la que un ser humano sigue decidiendo meterse veneno en su organismo o en su psiquis. Buscando un escape o un alivio a la absurda mecánica y estructura social que sostenemos.

¿Que sucede que con las palabras no alcanza, que sucede que con las leyes no alcanza? ¿Que sucede que con toda la ayuda humanitaria y el voluntariado o todos los mártires de tantos años no alcanza para producir una verdadera revolución interna en la humanidad, un profundo cambio?

Hemos probado el autoritarismo para ejercer la prohibición, o el consentimiento a todo disfrazado de libertad, pero ninguna ley o máquina  o sistema va a detener todo esto, ni controlarlo, ni mejorarlo. Porque la obsesiva maquinaria del perfeccionamiento del "yo" esta absolutamente infectada por el "yo" y cualquier mejora del "yo" impuesta y/u organizada por el "yo" es el  "yo", y el "yo" con lo imperfecta e incompleta que es su estructura, su raíz que es la absoluta limitación, su arrogancia necia y egoísta, su temor a verse tal cual es, no puede penetrar en lo mas interno y provocar cambios profundos y verdaderos sin desencadenar un desastre. Porque los cambios que provoca inevitablemente son teñidos por él, esa cosa tan extraña, esta pequeña e imaginaria entidad  llamada "yo". El "yo" esa cosa  huraña y patológica, eufórica y depresiva, siempre solitaria, ansiosa y paranoica, aunque este rodeada, tranquila y a veces segura, no puede ver desde su base que es de naturaleza dividida, fragmentaria, la unidad, no puede ser unidad, porque para él la unidad es una idea, la unidad es estar todos juntos o apretados en un lugar o estar todos de acuerdo bajo algún lema o un popurrí de símbolos patrios, partidarios o lo que fuere. Pero él siempre esta solo.

El "yo" necesita escaparse a un lugar remoto para recuperarse y luego volver ya que necesita su espacio, pero también el alimento de la mirada de los demás "yo", en la crítica o en el elogio para determinar su forma, su imagen. Él o bien los odia o los ama, solo porque los necesita. Su odio es hijo del miedo a perder en la competencia y la lucha lo que su ilusión quiere o cree haber obtenido y su amor es hijo del miedo de perder lo que desea o lo que en su ilusión cree poseer, porque perder significa perderse él, perder su imagen. Lo que él llama su amor es una idea adornada pero detrás sólo es un negocio, una transacción, un intercambio, dar-recibir, costo-beneficio.

Él  tampoco puede ver lo nuevo, porque él esta formado por todo lo viejo por todo lo muerto. El "yo" siempre hiede toda su materia, todo lo que él inventa va estar contagiado de él, de sus miedos, de su duda, su sospecha, sus juegos, sus neurosis.  Nunca va a venir nada de afuera como el cree. Tampoco va a surgir nada nuevo de él. Él es lo viejo, el es la carga y el portador quejumbroso, el es todo el pasado, él tiene muchas formas pero el temor es su raíz, y el pensamiento es parte vital de su cuerpo.

Él cree que algo de afuera o alguien va a salvarle, algún genio y sus inventos, algún líder y sus revolucionarias ideas, o dios o quizás él mismo a través del tiempo y el conocimiento, de sus contactos y su astucia o su talento convirtiéndose en un genio, en un líder o en dios.

Sin embargo, no podemos ver al "yo" como algo que nos es ajeno, todo él es parte de nuestra conciencia y nosotros no somos distintos de esa conciencia, así que él somos nosotros también. Por eso, si no vemos lo que somos de forma completa, para lo cual necesitamos vernos sin juzgarnos, sin evaluarnos, sin compararnos; si no nos vemos con una visión tan limpia de prejuicios, ideologías, imaginaciones, ilusiones, expectativas, esperanzas, conclusiones, conceptos, si no nos vemos con toda nuestra fealdad, envidia, hipocresía, vanidad, falsa modestia, indiferencia, toda nuestra miseria, la forma en que esto se produce en nosotros, y lo que genera en nuestra vida, no vamos a encontrar una salida.

No alcanza con una equilibrada economía, ni con un mejor estándar de vida, ni con que todos tengan dinero, ni con que todos estén llenos de información y conocimientos, ni que todos tengan muchas opciones para elegir, ni que todos tengan computadoras y tv satelital con 385 canales, ni el ipad lleno de aplicaciones, ni toda esa terapia tratando de mejorar al "yo", porque siempre el "yo" va a querer algo que no tiene, material o espiritual y siempre va esta dispuesto a hacer algo para que en el placer de sentirse mejor justifique cualquier actitud, y por obtener "eso"(lo que fuere en ese momento) hará lo que sea sin importarle nada. El "yo"y sus intereses siempre estará ahí esperando su recompensa, acompañado de su apetito insaciable. Porque todo lo que él devora es él, todo eso le da forma y el ama y adora la forma y sus imágenes. La forma que le dan los objetos físicos y mentales que elabora y adora, que engulle sin fin. Pero también odia la forma, porque lo hace denso, y le expone sus excesos, su frustración su ira, su tristeza, su dolor. Una constante contradicción es su motor.

El esta al servicio de sus deseos y su propia necesidad, de colmarlos para sentirse realizado y completo, aunque eso es imposible. Porque el "yo" es incompleto, porque el "yo" es una "parte" que  llora su pena e incertidumbre existencial, perdida, temerosa en este inmenso universo distinto de él. Él y el universo, luchando con los otros "yo", por un mejor puesto, por una mejor posición, por una mejor oportunidad, compitiendo, por tener esto o aquello, material, mental o espiritual o por mas espacio. Siempre en la lucha. ¿Y como intentará obtenerlo? ¿Jugando un juego de estrategia en esa contienda entre los mas aptos y hábiles, elaborando una perfecta planificación de causas y efectos, tras el gran objetivo? ¿Perteneciendo a diferentes grupos buscando esa sensación de pertenencia, porque allá afuera nadie se la brinda o diciendo que su grupo tiene mas razón que otros? ¿Subiendo a la sima de alguna montaña, encerrándose en un monasterio, repitiendo como un disco rayado alguna técnica ancestral? ¿Robándolo o finalmente apuntando a la cabeza de otro "yo" tirando del gatillo y huyendo con su botín tan anhelado?

Necesitamos detenernos un segundo  para ver lo que somos, lo que realmente somos, intentar penetrar con verdadero interés en ello. Si vemos lo que somos y lo que ello implica en nuestra vida podemos descartarlo. Si vemos realmente todo el daño que nos autoinflingimos, si lo vemos mas allá de nuestro pensar y pasar circunstancial, mas allá de nuestro pequeño campo de acción, el pequeño campo del "yo". Si vemos lo que ello engendra, todo lo que genera, abandonaremos definitivamente aquello que hay que abandonar y verdaderamente estaremos entrando en el campo de la acción. No lo dejaremos para mas adelante, para cuando la situación mejore, para cuando tengamos dinero, recursos o lo que sea. Para cuando las condiciones estén dadas. Si no vamos a detenernos, mirarnos realmente y ver, sucederá como hasta ahora, en donde "lo que en verdad somos" sigue actuando mientras nosotros seguimos distraídos  por lo que "queremos o deberíamos ser", llevándonos a repetirnos, renovando solo fachadas.

Veámosnos de forma completa. Sepamos quiénes somos. Cambiemos lo que hay que cambiar de forma definitiva. No se puede construir una casa de un día para el otro pero uno se puede deshacer inmediatamente de toda su propia estupidez si ve lo que ello provoca. Pero nosotros siempre encontramos un excusa para decir que la estupidez la tienen "ellos" quienes quiera que sean "ellos" en un momento determinado... No existe diferencia sustancial entre el "ellos" y el "nosotros". ¿Aún no nos dimos cuenta? Somos el hogar y somos la familia, en este mundo no hay nadie ni nada afuera. Hemos creado todas nuestras divisiones y hemos forjado y perpetuado toda nuestra miseria. Nuestro problema no esta afuera...

¿Sólo vamos a envejecer hasta morir juntando cosas en el carrito de supermercado y contenedor de basura en que estamos convirtiendo este bello lugar? ¿Vamos a asumirnos de forma responsable, no porque sea una obligación, ni un deber, ni un mandato divino, sino porque vemos claramente lo necesario que es? Si alguna vez hizo algo idiota, o lo sigue haciendo, déjelo atrás, no cargue con ello, no lo repita, no lo ponga bajo la alfombra, no lo asuma como una característica de su reluciente personalidad, déjelo, salga de todo ese sinsentido.  ¿Vamos a prestar atención a lo que somos como sociedad y ver y dejar hoy toda nuestra estupidez? Porque somos la sociedad. Y si prestando verdadera atención realmente vemos, y con lo que vemos dejamos atrás lo que hay que dejar, cambiamos y así también la sociedad. ¿Vamos a construir La casa?