Cuando uno quiere ser mejor es que ya tiene una idea de lo que es ser
mejor, ¿no? ¿Entonces porque uno no cambia? ¿Que espera? ¿Es que uno no
sabe cómo? ¿O quizás en realidad no sabe con certeza lo que es "ser
mejor" y busca una forma de "ser mejor" a partir de la idea que tiene de
lo que es ser "insuficiente" o "peor"?
Hemos aprendido
a perfeccionarnos mejorando y afinando los aspectos tecnológicos, siendo
mas eficientes. Leyes sociales basadas en nuestro ideario de igualdad y
justicia, y estamos todos de acuerdo. Pero sigue existiendo la falta de
equidad, la iniquidad expresada en la violencia, el maltrato, el abuso,
el exceso, la violación, la guerra, la estupidez, el conflicto cada día
en los hechos. Un mundo evidente y actuando en nuestros vínculos.
Aquí
al parecer ya tanta gente no fuma cigarrillos, la prohibición y la
norma, el control y la información, han surtido su efecto. Y todos
aplaudimos y estamos contentos porque menos gente se enfermará, su
calidad de vida mejorará, etc, etc. Sin embargo todo este combo y
resultados no puede hacer nada con la causa original por la que un ser
humano sigue decidiendo meterse veneno en su organismo o en su psiquis.
Buscando un escape o un alivio a la absurda mecánica y estructura social
que sostenemos.
¿Que sucede que con las palabras no
alcanza, que sucede que con las leyes no alcanza? ¿Que sucede que con
toda la ayuda humanitaria y el voluntariado o todos los mártires de
tantos años no alcanza para producir una verdadera revolución interna en
la humanidad, un profundo cambio?
Hemos probado el
autoritarismo para ejercer la prohibición, o el consentimiento a todo
disfrazado de libertad, pero ninguna ley o máquina o sistema va a
detener todo esto, ni controlarlo, ni mejorarlo. Porque la obsesiva
maquinaria del perfeccionamiento del "yo" esta absolutamente infectada
por el "yo" y cualquier mejora del "yo" impuesta y/u organizada
por el "yo" es el "yo", y el "yo" con lo imperfecta e incompleta que es
su estructura, su raíz que es la absoluta limitación, su arrogancia
necia y egoísta, su temor a verse tal cual es, no puede penetrar en lo
mas interno y provocar cambios profundos y verdaderos sin desencadenar
un desastre. Porque los cambios que provoca inevitablemente son teñidos
por él, esa cosa tan extraña, esta pequeña e imaginaria entidad llamada
"yo". El "yo" esa cosa huraña y patológica, eufórica y depresiva,
siempre solitaria, ansiosa y paranoica, aunque este rodeada, tranquila y
a veces segura, no puede ver desde su base que es de naturaleza
dividida, fragmentaria, la unidad, no puede ser unidad, porque para él
la unidad es una idea, la unidad es estar todos juntos o apretados en un
lugar o estar todos de acuerdo bajo algún lema o un popurrí de símbolos
patrios, partidarios o lo que fuere. Pero él siempre esta solo.
El
"yo" necesita escaparse a un lugar remoto para recuperarse y luego
volver ya que necesita su espacio, pero también el alimento de la mirada
de los demás "yo", en la crítica o en el elogio para determinar su
forma, su imagen. Él o bien los odia o los ama, solo porque los
necesita. Su odio es hijo del miedo a perder en la competencia y la
lucha lo que su ilusión quiere o cree haber obtenido y su amor es hijo
del miedo de perder lo que desea o lo que en su ilusión cree poseer,
porque perder significa perderse él, perder su imagen. Lo que él llama
su amor es una idea adornada pero detrás sólo es un negocio, una
transacción, un intercambio, dar-recibir, costo-beneficio.
Él
tampoco puede ver lo nuevo, porque él esta formado por todo lo viejo
por todo lo muerto. El "yo" siempre hiede toda su materia, todo lo que
él inventa va estar contagiado de él, de sus miedos, de su duda, su
sospecha, sus juegos, sus neurosis. Nunca va a venir nada de afuera
como el cree. Tampoco va a surgir nada nuevo de él. Él es lo viejo, el
es la carga y el portador quejumbroso, el es todo el pasado, él tiene
muchas formas pero el temor es su raíz, y el pensamiento es parte vital
de su cuerpo.
Él cree que algo de afuera o alguien va a
salvarle, algún genio y sus inventos, algún líder y sus revolucionarias
ideas, o dios o quizás él mismo a través del tiempo y el conocimiento,
de sus contactos y su astucia o su talento convirtiéndose en un genio,
en un líder o en dios.
Sin embargo, no podemos ver al
"yo" como algo que nos es ajeno, todo él es parte de nuestra conciencia y
nosotros no somos distintos de esa conciencia, así que él somos
nosotros también. Por eso, si no vemos lo que somos de forma completa,
para lo cual necesitamos vernos sin juzgarnos, sin evaluarnos, sin
compararnos; si no nos vemos con una visión tan limpia de prejuicios,
ideologías, imaginaciones, ilusiones, expectativas, esperanzas,
conclusiones, conceptos, si no nos vemos con toda nuestra fealdad,
envidia, hipocresía, vanidad, falsa modestia, indiferencia, toda nuestra miseria, la forma en
que esto se produce en nosotros, y lo que genera en nuestra vida, no
vamos a encontrar una salida.
No alcanza con una
equilibrada economía, ni con un mejor estándar de vida, ni con que todos
tengan dinero, ni con que todos estén llenos de información y
conocimientos, ni que todos tengan muchas opciones para elegir, ni que
todos tengan computadoras y tv satelital con 385 canales, ni el ipad
lleno de aplicaciones, ni toda esa terapia tratando de mejorar al "yo",
porque siempre el "yo" va a querer algo que no tiene, material o
espiritual y siempre va esta dispuesto a hacer algo para que en el
placer de sentirse mejor justifique cualquier actitud, y por obtener
"eso"(lo que fuere en ese momento) hará lo que sea sin importarle nada.
El "yo"y sus intereses siempre estará ahí esperando su recompensa,
acompañado de su apetito insaciable. Porque todo lo que él devora es él,
todo eso le da forma y el ama y adora la forma y sus imágenes. La forma
que le dan los objetos físicos y mentales que elabora y adora, que engulle
sin fin. Pero también odia la forma, porque lo hace denso, y le expone
sus excesos, su frustración su ira, su tristeza, su dolor. Una constante
contradicción es su motor.
El esta al servicio de sus
deseos y su propia necesidad, de colmarlos para sentirse realizado y
completo, aunque eso es imposible. Porque el "yo" es incompleto, porque
el "yo" es una "parte" que llora su pena e incertidumbre existencial,
perdida, temerosa en este inmenso universo distinto de él. Él y el
universo, luchando con los otros "yo", por un mejor puesto, por una
mejor posición, por una mejor oportunidad, compitiendo, por tener esto o
aquello, material, mental o espiritual o por mas espacio. Siempre en la
lucha. ¿Y como intentará obtenerlo? ¿Jugando un juego de estrategia en
esa contienda entre los mas aptos y hábiles, elaborando una perfecta
planificación de causas y efectos, tras el gran objetivo? ¿Perteneciendo
a diferentes grupos buscando esa sensación de pertenencia, porque allá
afuera nadie se la brinda o diciendo que su grupo tiene mas razón que
otros? ¿Subiendo a la sima de alguna montaña, encerrándose en un
monasterio, repitiendo como un disco rayado alguna técnica ancestral?
¿Robándolo o finalmente apuntando a la cabeza de otro "yo" tirando del
gatillo y huyendo con su botín tan anhelado?
Necesitamos
detenernos un segundo para ver lo que somos, lo que realmente somos,
intentar penetrar con verdadero interés en ello. Si vemos lo que somos y
lo que ello implica en nuestra vida podemos descartarlo. Si vemos
realmente todo el daño que nos autoinflingimos, si lo vemos mas allá de
nuestro pensar y pasar circunstancial, mas allá de nuestro pequeño campo
de acción, el pequeño campo del "yo". Si vemos lo que ello engendra,
todo lo que genera, abandonaremos definitivamente aquello que hay que
abandonar y verdaderamente estaremos entrando en el campo de la acción.
No lo dejaremos para mas adelante, para cuando la situación mejore, para
cuando tengamos dinero, recursos o lo que sea. Para cuando las
condiciones estén dadas. Si no vamos a detenernos, mirarnos realmente y
ver, sucederá como hasta ahora, en donde "lo que en verdad somos" sigue
actuando mientras nosotros seguimos distraídos por lo que "queremos o
deberíamos ser", llevándonos a repetirnos, renovando solo fachadas.
Veámosnos
de forma completa. Sepamos quiénes somos. Cambiemos lo que hay que
cambiar de forma definitiva. No se puede construir una casa de un día
para el otro pero uno se puede deshacer inmediatamente de toda su propia
estupidez si ve lo que ello provoca. Pero nosotros siempre encontramos
un excusa para decir que la estupidez la tienen "ellos" quienes quiera
que sean "ellos" en un momento determinado... No existe diferencia
sustancial entre el "ellos" y el "nosotros". ¿Aún no nos dimos cuenta?
Somos el hogar y somos la familia, en este mundo no hay nadie ni nada
afuera. Hemos creado todas nuestras divisiones y hemos forjado y
perpetuado toda nuestra miseria. Nuestro problema no esta afuera...
¿Sólo
vamos a envejecer hasta morir juntando cosas en el carrito de
supermercado y contenedor de basura en que estamos convirtiendo este
bello lugar? ¿Vamos a asumirnos de forma responsable, no porque sea una
obligación, ni un deber, ni un mandato divino, sino porque vemos
claramente lo necesario que es? Si alguna vez hizo algo idiota, o lo
sigue haciendo, déjelo atrás, no cargue con ello, no lo repita, no lo
ponga bajo la alfombra, no lo asuma como una característica de su
reluciente personalidad, déjelo, salga de todo ese sinsentido. ¿Vamos a
prestar atención a lo que somos como sociedad y ver y dejar hoy toda
nuestra estupidez? Porque somos la sociedad. Y si prestando verdadera
atención realmente vemos, y con lo que vemos dejamos atrás lo que hay
que dejar, cambiamos y así también la sociedad. ¿Vamos a construir La
casa?
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