domingo, 31 de diciembre de 2017

El propósito

Hace mucho tiempo Nadie conversando silenciosamente con un tal señor K. 

El propósito no será tal vez: 

"...una cosa que la mente ha inventado porque está condicionada, porque está atemorizada, porque busca seguridad, tanto externa como internamente y por consiguiente, inventa algo y lo persigue esperando tener esa seguridad?" K 

         ¿Puede una cerebro condicionado, atrapado en el miedo, en la inseguridad, encontrar un propósito? Y si encuentra ese propósito no nacerá de ese condicionamiento? ¿No tendrá sus raíces incrustadas en ese miedo, en esa inseguridad?


         ¿El problema no será, que no es tanto encontrar un propósito, sino liberarnos de toda la estructura que como cadenas nos han atado generación tras generación, diciéndonos "debes vivir con un propósito" porque sino estarás a la deriva? 
         Pero resulta que la propia estructura genera angustias, promueve inseguridades, estimula desigualdades, pobreza, injusticias, estafa, manipulación, violencia y terror. Con una mano beneficencia y con la otra condiciones de miseria. Ahoga al hombre y lo reduce a una pieza débil, temerosa, diciéndole que el sistema es neutral y que su miseria sólo es debido a su incapacidad, que todo depende de él, si se prepara, obligándolo tácitamente a insertarse en esa maquinaria cruel (si puede), para salir adelante, sino perecerá. Donde debe especializarse cada vez más casi al extremo impidiéndole ver y vivir su totalidad como ser vivo. A penas brindándole pequeños placeres y escapes emocionales para que regrese sosegado a ensamblarse. Metiéndolo en un loop consumista, que lo estimula al punto de la adicción y lo desgasta llevándolo al límite del derroche y el exceso. 

      Y la búsqueda del propósito termina convirtiéndose no en un acto de liberación, de rebelión, de comunión con otros sino en un escape buscando el reconocimiento, el aplauso, un lugar privilegiado en la mesa de los privilegiados, o en el suelo esperando sus migajas, buscando  la mejor forma de acoplarse a ese sistema y su lógica de costo-beneficio, de obtener el mejor provecho, para ascender en la tabla de posiciones de un mundo "cool”, cada vez más comunicado, pero con cada vez menos que decir, competitivo, que solo parece promulgar la colaboración para incentivar la lucha entre nosotros.

jueves, 4 de febrero de 2016

El 85 % que somos reclama.

 
           Es inaceptable que se siga contaminando las fuentes principales de agua potable (como tantas otras cosas). Es obvio que no existe la conciencia empresarial en general y sobre todo por estos lares,  porque si el negocio pierde ya no funciona, y si no funciona ya no hay empresa, y los costos y riesgos a corto plazo ponen en duda cualquier acción firme para cambiar el paradigma de producción. Si a esto se le suma la incomodidad que genera un estado de conciencia que involucra algo mas allá de uno y su grupo familiar o su pequeña comunidad, algo mas que la necesidad egocéntrica de la caridad, la ayuda a los pobres y los desvalidos, la propia realización, mas allá de tener una maceta con cilantro, albahaca y especias en el balcón producto del refinamiento culinario, aparte de ese deseoso deseo de “ser sano” pero no necesariamente deseoso de una relación saludable con el medio que implica abandonar cosas e incluso a veces “perder”.

      

Conciencia mas allá de la autoridad
  
      Ésta mezcla de miedo, de ignorancia, aquí se conoce como "viveza criolla", "picardía rioplatense", el sacar la ventajita mientras nadie se da cuenta, hasta que no se aguante mas. Se hace evidente que frente a ésta mentalidad exista un Estado (organización política, organismos de gobierno) que intervenga y presione en cuestiones tan fundamentales como ésta del agua potable ya que la propia conciencia humana, dividida, restringida y aterrada en su pequeña chacra de beneficios y evadiéndose en sus nichos de entretenimiento y negocios, también está contaminada y actúa consecuentemente, cargando siempre la necesidad de que la obliguen, que le impongan leyes, que la sometan a la autoridad para actuar correctamente. 

      La autoridad o guía fue en un momento Dios y luego el Estado ( y dependiendo de quien se encontrara en lo mas alto de sus escalafones de poder esa guía condujo muchas veces a revelar lo mas aterrador de la miseria humana) pero a su manera también hoy la Multinacional (que en definitiva es la máxima expresión de una empresa de negocios con sus tips de eficiencia, productividad, gestión, management, charlas motivacionales y demás).  Dios y el Estado ya mas o menos los conocemos, con respecto a la empresa de negocios cabe destacar que jamás puede ser un órgano regulador y representativo de los intereses del hábitat humano, ni del relacionamiento humano, en donde no tienen nada que ver los conceptos de lucro y rentabilidad, porque el hábitat con sus posibilidades y riqueza y las relaciones humanas en interacción con el medio no son un objeto de consumo o un producto que pueda ser trozado, vendido, cuantificado, sometido a estándares y modelos comerciales a macro escala, empaquetado, arrasado, explotado con el fin exclusivo de obtener ganancias. 

        Entonces, lo que nos va quedando (por el momento), este Estado (porque Dios ya no es aquel del antiguo testamento que se calentaba y arreglaba todo a las trompadas) debe, para que comience cualquier emprendimiento comercial en general pero específicamente en el cual sus acciones  involucren directamente al medio ambiente, someter a un exhaustivo y estricto control a la hora de ver el posible impacto que dicho emprendimiento pudiera provocar (es obvio). Un control sin concesiones a lo largo del proceso de implementación y continuidad en el tiempo. Y llegado el caso, si ese emprendimiento no cumpliese con las normas básicas de impacto ambiental, el Estado con todo su poder (marco legal, reglamentaciones etc. pero sobre todo con personas conscientes de la vital importancia de su trabajo y como centro ineludible, la salud del medio y el ser humano, como un todo) debe no solo sancionar, sino procurar que inmediatamente se detenga cualquier acción que afecte peligrosamente el hábitat.  Por supuesto planteando alternativas viables para la reestructuración del emprendimiento si las hubiere.
       Pero ademas la gente, que en definitiva constituye el ente social real, que construye toda acción y hace toda acción posible, debe interesarse por estos temas vitales, para construir consciencia, hablando, reflexionando, para actuar diariamente en un sentido que nos contenga a todos y no sólo a unos pocos, viendo y cambiando de nuestra vida todo lo necesario para ir en esa dirección que incluye. Lo cual no significa ir todos pegados de la mano para todos lados como ganado, sino intentando descubrir si existen formas nuevas de vivir que sean difícilmente (por el hecho de ser fuerzas vivas) estandarizadas, y puestas al servicio de algún producto comercial, o al servicio de modelos sociales impuestos que sirvan a un sistema y sus mercados. Inclusión que no significa solo una cuestión de derechos y justicia, sino en el sentido de comprender verdaderamente esta relación que indefectiblemente nos une, no solo como humanos sino como parte indivisible de esta entidad viviente que es este planeta.

        Hay un límite de impacto que una región o el planeta pueden absorber, así como un máximo de alcohol que nuestro cuerpo puede tolerar, un máximo de estrés que el cerebro pueda resistir, sin que deje mella en el cuerpo y la psiquis. No vale esa absurda frase "lo que no te mata te hace mas fuerte" para justificar cualquier barbarie y acto violento con la excusa de intentar hacernos resistentes e inevitablemente también mas insensibles (distinto de sensiblero). Y no hay reivindicación humana, dentro del pequeño universo humano que valga a la hora de decir "prefiero seguir contaminando" pero conservar mi fuente laboral, o mi empresa, porque tarde o temprano las consecuencias de una acción constante y nociva sobre el medio caerán sobre nuestras cabezas, las de los hijos de la humanidad, afectando hasta quien sabe donde ésta organización viva que es este planeta, organización viva de la cual (nos guste o no) somos inseparables. 


Consumidores consumidos

        Como consumidores debemos someter la acción empresarial comercial a nuestros hábitos, pero estos hábitos  deben ser antes cuestionados por nosotros mismos para no ser gobernados por ellos, gobernados por el paladar, la tradición, o la inconsciencia moldeable de la acción de masas.

       He comprado un filtro de agua debido al los informes que he leído, quisiera no haberlo hecho,   ¿éste es el precio de crecer? ¿Los que no puedan pagarla simplemente serán desechados y contaminados, lenta y pacientemente? ¿O inventaremos un megasuperfiltro entre las tantas innovaciones de ésta era de la innovación, para seguir contaminando ríos con tranquilidad? ¿Y las especies que construyen y son parte del hábitat? ¿Haremos filtros para ellos? Algunos tenemos el privilegio de agüita envasada porque podemos pagarla, como se hace en las reuniones de altos jerarcas de gobierno (éste o cualquiera) que dicen el agua es potable pero beben la de "marca" o empresarios para los que el agua, la fuente esencial de vida en este planeta, es un insumo más. Todo porque alguien quiere vender mas soja, o maíz, etc, y está dispuesto a usar Glifosato o 2,4 D probablemente cancerígenos (esto significa que han sido probados con animales de laboratorio como tales) porque un irresponsable se niega o ni sabe o no le interesa lo importante del delicado equilibrio de este mundo maravilloso cuando se lo somete al exceso y el desinterés?

       Es probable que el exceso, el destrato, el desinterés y la violencia que tenemos para con nosotros mismos física y psicológica, sea también el modus operandi con el cual nos relacionamos con el mundo. Pero el tema es no darnos cuenta que nosotros no somos mas que una mera extensión de este mundo… y lo cierto es que no somos tan importantes para el hábitat como por ejemplo los insectos. 

       Inventamos mucha ( increíble, a veces nefasta y otras útil) tecnología para solucionar problemas que se nos presentan del medio, también para problemas que nosotros mismos creamos, pero lo peor es cuando esa tecnología está al servicio del que tiene mas dinero, por tanto esos problemas generan soluciones para unos pocos, ademas de que esa tecnología necesita consumir también y a veces agotar esos recursos naturales para desarrollarse, girando en ese círculo vicioso, enfermo y rentable.

       Ahora bien, uno esta sumergido en esto. ¿Que va a hacer? ¿irse de vacaciones? ¿Salir corriendo al monte y meditar? ¿Hacer su vida y olvidarse de todo? Traer (vaya a saberse de donde) mas gente al mundo, para cumplir con el célebre pasaje bíblico: ... sed fecundos y multiplicaos... ¿Hacer una comunidad en la mitad del campo? Si bien los lugares tranquilos contribuyen a eliminar todo ese ruido superfluo que nos aleja de nosotros mismos y que tendemos a llenar con música fuerte, tragos y demás (quizás por miedo a ese encuentro), o el cambio de ambiente que contribuye a “recrearnos” (o mas bien distraernos) ¿es posible escapar de uno mismo? ¿es posible escapar de la propia consciencia humana cuando ésta es una sola? ¿Como se puede producir un cambio?

       Hay algo que es seguro, debemos a diario  poner en práctica el “reducir reusar y reciclar”, no como un slogan para una remera o por ser una acción que está de moda, clasificando nuestro cada vez mas abultado y absurdo consumo para justificarlo, ni para  quedar bien con el que nos esta mirando, sino con  un significado profundo, de profunda convicción compromiso y comunión con lo que nos rodea, con el mundo, con nosotros mismos, intentando descubrir la dinámica de la vida que tiende a no derrochar ni a excederse y autorregularse a través de infinidad de “organismos” vivos, tendiendo a un estado de equilibrio y compensación sin el cual el fenómeno de la vida en todas sus manifestaciones no se habría producido. Por ello en el día a día debemos ser mas cuidadosos y atentos con lo que pensamos y decimos. Más recatados (catar de nuevo) con los impulsos que algunos suponen una idea de libertad. La falacia se encuentra en la creencia popular que los impulsos son elementos naturales incondicionados, y que provienen de algún lugar inmaculado, sagrado y puro. La frescura de la niñez, la espontaneidad tan mentada y todo ese canturreo para el chantaje emocional, vinculado hoy a la idea de “ser joven” , despreocupado, etc. 

     Conceptos como: No cuestione, sea espontáneo y saque un préstamo que no puede pagar, viva la vida ahora (porque la vida es aquí y ahora), no deje para mañana lo que pueda consumir hoy, disfrute. El tiempo se le acaba, no dude, sea espontáneo como un niño caprichoso, algo molesto a veces pero fácil de manejar, someter, regular, sea un buen target.

Frescura sin represión ni descontrol

     Sin embargo pocos son los que investigan esa frescura mas allá de esa romántica visión y que poco tiene que ver con un pataleo infantil, ni la espontaneidad  con una actitud semejante a una reacción química inestable. Porque sino se reduce el significado de éstas palabras al mero ejercicio de la sonsera, y decir o hacer la primera tontería que se nos cruza por la mente que quizás sea útil para pasar el rato, aflojar tensiones, pero no necesariamente para producir una revolución en la conciencia que provoque un cambio en nuestro hacer. Porque si se observa el mundo, a menos que uno este pasándola relativamente bien y no quiera mirar, no es así una inmensa cantidad de personas. Según la ONU 836 millones de personas se encuentran en la pobreza extrema es decir no pueden satisfacer varias de sus necesidades básicas para vivir. Convive así en esta sociedad humana el acceso y exceso con la exclusión y la miseria y esto no es solo una expresión verbal.
     
     Uno tiene la obligación de preguntarse si hay una frescura mas allá de esa etapa de la niñez cuando no habíamos aun sido sometidos a ciertas barbaries culturales y civilizadoras. Una frescura donde no exista el control y la restricción en un combo de represión, que luego requiera de la descarga. Una frescura fuera del juego de opuestos y sus “tensiones”, mas allá de esas "pulsiones de vida" que menciona el psicoanálisis. Una donde esa "alegre y divertida" aceptación de esta realidad mundial se convierta en una rebelión contra la propia estructura de la cual somos engranajes dormidos, en ese sueño de una maquinaria a la cual  ingresamos casi sin saberlo pero que necesita de la estructura, la energía, y la vida humana para mantenerse en pie. 

      Discursos haciendo apología de estereotipos infantiles y estereotipos de la adolescencia como "La" (con mayúscula) forma de ser. Estamos acostumbrados al ejercicio de la descarga, signo cultural de esa adolescencia y de la niñez en esa efusividad desbordada, producto de la ebullición hormonal, o la alta ingesta de azúcar, acostumbrados a la catarsis, (¿es ésto una catarsis?) opinólogos de todo tipo y cada vez mas micrófonos, buscando frases rápidas o citas celebres que en unas pocas palabras encuentren la solución a todo, construyendo, puliendo y reforzando nuestras personalidades frente a la opinión pública pero, en definitiva, convirtiéndonos en copias baratas, repertorio de cuanto medio de prensa y programa mediático hay, cúmulo aleatorio de posturas adquiridas, inoculadas, programadas, “cuasirobots” de última generación, simulando la vida, que pronto la computadora alcanzará y quizás supere. Suponiendo que la descarga es frescura o espontaneidad, asombrándonos cuando un androide que simula comportamientos “vivos” nos sorprende mas que una flor, o un insecto con toda su complejidad, belleza intrínseca y misterio y quizás millones de años de evolución. Y es claro el por qué: vanidad, orgullo, control y pertenencia a la especia creadora de ese “objeto prodigioso” que simula la vida. Que simula. 

     Por otro lado el argumento de la sinceridad como expresión de ésta espontaneidad y frescura también es bastante frecuente. Digamos que soy un estúpido (quizás sí) que no cuestiono nada de lo que digo y pienso, pero soy sincero, es decir: no oculto lo estúpido que soy. No hay  nada de valor en la sinceridad salvo que brinda valiosa información para los que no les gustan, en este caso, los estúpidos. 
     En definitiva los impulsos pueden haber sido condicionados  por la cultura en un tiempo determinado, la educación, por la historia familiar, la sociedad, las diversas experiencias, por el instinto animal anidado en el cerebro reptiliano, por arquetipos heredados, por una enfermedad mental, por el estrés, un desajuste hormonal, el esfuerzo como modus vivendi, por un mal día, en fin.. no hay nada de “natural” en el sentido de “algo inmaculado y sagrado” en eso que algunos mencionan como espontáneo y fresco. Y es importante rever estas cosas porque esto va a definir nuestras acciones, y nuestras acciones el tipo de relación que vamos a tener con nosotros mismos y con el mundo, y esa relación el tipo de sociedad que vamos a construir. 

¿A qué costo?

    Si bien no hay nada seguro, hay algo que es seguro en este inmenso trabajo de constantemente estar desaprendiendo, éste no acumular, para no quedar enroscado en lo que se sabe, si es que se puede saber en el sentido de éste comprender, ésta relación, éste vínculo imaginario de un supuesto “yo” (Pedro, María, José) con el mundo todo. Es seguro que es necesario reducir para crecer en vez de seguir con tanto despilfarro, desenfado, sorna, que es hincharse, inflamarse, e inflamarse definitivamente no es igual que crecer.  Inflamarse es acumular aumentando de tamaño y para aumentar de tamaño a una escala mas allá de lo humano el costo siempre es rescindir de nuestra humanidad (una inseparable con el mundo), de nuestra verdadera libertad, al alto costo de consumir y agotar todo lo que es vida.

domingo, 17 de enero de 2016

Mirar por la ventana

 Es inevitable en ésta ametralladora de deseos venturosos de fin de año y año nuevo, en medio de la aceleración clásica de éstas épocas, en esa búsqueda de la desaceleración tan añorada de las vacaciones, o la aceleración vacacional, se cuele entre las rutinas diarias algo de pensamiento. No de ese pensamiento que sirve para resolver algo puntual como planificar, atarse los  cordones, armar una carpa, dibujar, o construir una estación espacial, sino ese que sirve para dudar o preguntarse acerca del mismo pensamiento. ¿Por qué? No por qué se cuela, o por qué duda, ya que de hecho el pensamiento siempre está ahí queriendo interactuar con todo y dudar bastante. Sino mas bien: por qué éste pensar, (formar ideas, representaciones, relaciones entre ellas) esta ligada a la supuesta existencia de que hay alguien que piensa. 

         En este mundo y sobre todo hoy en el de las ideas innovadoras, el pensamiento parece ser un bien preciado, del cual unos se jactan, otros envidian, otros se esfuerzan por cultivarlo y algunos lo aborrecen, porque el mundo de las ideas parece  tener un peso, una diversidad y riqueza tan vasta, tan inmensa que parece ser el único camino posible para solucionar tantos problemas que se presentan. Y es seguro que el universo de las ideas cumple un rol muy importante, ha construido cosas maravillosas, sorprendentes, útiles, sin embargo este mismo mundo de las ideas, el pensamiento, también ha construido guerras, miseria, hambre, destrucción, abandono, horror.   
          Observar con simplicidad esto podría llevarnos a decir que estos son los aspectos del “alma humana” luz-oscuridad, día-noche, vida-muerte, polaridades danzando que coexisten en el ser humano y que debemos reconocer como tales. Pero si el pensamiento es dual y tanto crea como destruye. ¿que es lo que hace que se vuelque hacia una cosa o hacia la otra? Cuando digo “Yo pienso”, y el lenguaje crea un “yo” que piensa, es decir un “yo” que utiliza el  pensamiento, se produce una división entre algo que tiene determinadas características y que dependiendo de ellas va a determinar el tipo de pensamiento que va a tener o hacia el cual va a propender y el pensamiento.

          Tentado a revisar textos filosóficos, a buscar bibliografía autorizada, revolver en el acervo cultural a la distancia de un clic, o varios, o cientos, para no meter la pata, para no pasar por poco instruído y demás, conservar cierta rigurosidad académica,  uno decide no revisar nada y aceptar su absoluta y atrevida ignorancia acerca de lo que otros dijeron. Aunque es probable que lo que otros dijeron se haya colado a través de la cultura, de lo alguna vez leído, escuchado o vivido, saliendo así inevitablemente a la luz en ésta construcción y deconstruccion, transformación constante, que es esto que uno llama “uno mismo”. Y que mejor para conocerse “uno mismo” que prestarse atención, sin confundir esto de “prestarse atención” con solo estar pendiente de uno. ¿Pero “uno mismo” es lo mismo que “yo”? ¿existe tal cosa como un “yo” que piensa? ¿qué es yo?


…y yo que sé

          Supongamos que el “yo” es una creación del pensamiento, es decir: esa idea que uno se ha creado de uno mismo. “yo” soy “así” o “asa”, etc. Ahora supongamos por un momento  que no pensamos, “no pensar” (dejando absolutamente de lado la posibilidad de que el “no pensar” signifique comportarse como un lelo, actuar como un desenfrenado o convertirse a un estado “vegetativo”, sino que suponiendo que ese “no pensar” es la: absoluta extinción del “yo” ).
          Antes, brevemente, es claro que es necesario utilizar el pensamiento para dudar acerca de si hay algo mas que el pensamiento, o si “uno mismo” es sólo pensamiento. Y aquí surge un problema: ¿cómo puedo saber lo que es “no pensar”, pensando? Otro problema: ¿quién es que piensa? ¿Es “yo”? Si parto del primer planteo en donde el “yo” es una creación del pensamiento (es decir un pensamiento), ¿como es posible que sea “yo” el que piensa? ¿Es un pensamiento el que piensa? Si no es así y el “yo” está antes del pensamiento, es decir: el “yo” que utiliza el pensamiento, ¿que es entonces el “yo”?  

       La maestra pregunta: “¿quien tiene computadora?” Varios responden: “¡yo!”, “¿quién se llama Pedro?, ¡yo!” “¿Quién fue al cine ayer?, ¡yo!”, etc. 
      ¿Que es ese “yo” que colecciona experiencias, objetos, que dice “yo soy así”, “yo no soy así”, “yo puedo hacer esto” pero “yo no puedo hacer aquello” , “yo tengo esto” pero “yo no tengo lo otro” , “yo quiero lo de “allá” o “yo quiero lo que tiene aquel”?

Identidad

         Cuando alguien me describe y me identifico con esa descripción, siento que tengo una identidad: un conjunto de rasgos o características que me diferencian de otros “yo”. Una característica del pensamiento “yo” es el buscar diferenciarse. Sin embargo el “yo” cambia, se modifica a lo largo de los años, en esa acumulación de objetos y experiencias, en la modificación del cuerpo como “principal centro de comando y pertenencia”, en su imagen reflejada en el espejo, en la estructura psicológica, en la acumulación de conocimiento y demás. El pensamiento cambia, el cuerpo cambia, es obvio que el “yo” cambia. ¿Es posible poseer una identidad entonces? ¿como se hace para poseer una identidad? ¿es el "yo" que lo posee? ¿cómo la construye?
          
          Este pensamiento “yo” creado en base a lo que “uno mismo” ve,  siente y recuerda, promueve una sensación unificadora (ayudada por la memoria) a lo largo de la vida, que provoca una sensación de continuidad, de coherencia, de orden. El pensamiento “yo” es el hilo conductor que enhebra los sucesos, estableciendo una trama con un patrón  reconocible y con cierta solidez, que habilita el identificarse: “este soy yo” y no otro.  Características, rasgos que parecen mantenerse a lo largo de una línea de tiempo, la identificación de un patrón genético, etc, pesquisas del pensamiento “yo” de auto afirmación de su identidad.
          Frases como : “yo he envejecido”, “yo he cambiado”, “yo pertenezco a”, “esta familia” “este grupo”, etc, pero no a “aquellos otros”, todo el proceso de identificación con “algo”, diferenciación de “algo”  y pertenencia a “algo” como parte de la propia construcción y validación del mismo pensamiento “yo”. El pensamiento “yo” posee una identidad, una diferenciación y una pertenencia.

            El pensamiento “yo” acepta sus cambios pero creando un “yo” fijo, un lugar psicológico desde donde “ver”, que experimenta o vive estos cambios. Es a ese “yo” que le ocurren las cosas, infiere ese sentido común.

            También es el pensamiento “yo” que establece una continuidad antes del nacimiento y después de la muerte. El lenguaje propicia esta idea grabada a fuego que surge de las primeras experiencias del ser humano que, no creyendo o aceptando un fin de ese pensamiento “yo”, a partir de las observaciones y mitos construidos debido a las interpretaciones y conclusiones de los sucesos del mundo (ciclo celeste, vegetal, animal, nacimiento, muerte, vida, regeneración), también concluyó en la idea de un ciclo y continuidad de este pensamiento “yo”. Está claro en el enterramiento de miembros de las tribus antiguas con sus pertenencias personales, suponiendo la continuidad de algo con determinadas características, una identidad, cargando con un cúmulo de recuerdos, experiencias, habilidades, etc, que continuarían mas allá del fin de un cuerpo.


          Frases comunes como “yo” nací tal día o  yo moriré (como si la muerte le pasara al “yo” como otro suceso mas), “yo” iré al cielo o al infierno o “yo” reencarnaré. Todas expresiones del pensamiento “yo” en busca de lo eterno, la idea de existencia y continuidad...


¿Que queda?

          Retomando lo inicial, de que el pensamiento crea el “yo” y le da sentido, continuidad, razón, ¿que ocurre entonces si no se piensa? La dinámica del pensamiento se da casi todo el tiempo y por supuesto el pensamiento es útil, ¿pero es necesario todo el tiempo y en todos los ámbitos? ¿Si el “yo” desaparece, ¿que queda?
       
          Lo que queda no puede ser una estructura como la conocemos, pues no sería una creación del pensamiento y por tanto tampoco algo relacionado con la idea de una “estructura”. Allí no habría lenguaje para articular, allí no habría interlocutor, ni diálogo, ni “voz interior”. ¿Que ocurre cuando se observa algo sin el “yo”, sin la idea, sin el pensamiento como un incesante interlocutor? ¿Que hay en ese silencio? 
       
          Se observa no “lo que se interpreta”, si no “lo que se ve”, sea lo que sea que se ve. El “algo” que el “yo” ve, ya no es una cosa distinta del “yo” que ve. No existe un intermediario construido que abstrae (separa) aquello que ve. Y que de alguna manera se separa de aquello que ve. Esto no significa que “lo que es visto” es lo mismo “que lo que ve” sino que la observación de eso que “se ve”, no esta condicionada por el filtro pensamiento“yo”. Hay una experiencia directa, absoluta, total con aquello que “se ve”. Allí no hay escisión.

¿Que tipo de relación surge a partir del vínculo sin ese intermediario, sin esa escisión, que divide, sin esa herida, esa  brecha en la relación con lo observado, sin ese observador que ve, analiza, sopesa, etc, y que dice de él mismo: existo, observo, analizo, creando el  “yo” que observa y  el “algo” observado? 

Cuando el pensamiento y su mecánica no está y por tanto el “yo” que es un pensamiento no está, ¿qué queda?

          Visto desde el pensamiento “yo” que pierde existencia, sucumbe al miedo, a la idea de vacío, de nada, de no ser. El “yo”es decir: “ese pensamiento que imagina pensarse a él mismo como algo que existe verdaderamente”, sin pensamiento, o mejor dicho transformado en pensamiento temeroso, teme porque sin él (supone) desaparece. Temor a la idea de extinción, temor a la idea de “no ser”, temor a la idea de vacío. Sin embargo, ¿hay algo mas allá del pensamiento, algo mas allá del “yo”? 

        Obviamente sí. Sería absurdo y arrogante suponer que no lo hubiera. Los árboles no los ha creado el pensamiento, los ríos y mares, los demás animales, toda esa inmensa diversidad, etc. Ahora sin llegar a ninguna conclusión a la que pueden haber arribado otros, como por ejemplo, la creación de un ser supremo o la interacción casual de la materia pura o la combinación de ambos (binomio cuerpo+alma); mas allá de ese juego de polaridades, o algo mas allá  del integrador yin y yan donde cada uno posee algo del otro, un poco mas allá de todo el entretenimiento imaginativo, catártico y sublimador, creado por el propio pensamiento para dar un sentido y un orden, está el verdadero sustrato sin el cual la estructura del “yo” (el pensar) no puede ser. Ese sustrato (y que para nada es el mero reconocimiento de una estructura biológica, su funcionamiento y demás) y que necesariamente debe ser una realidad totalmente diferente de lo conocido, al no poder ser  abordado desde la dinámica del pensamiento y por tanto inaccesible al “yo”, no puede ser “conocido” desde esa estructura del pensar,  del “conocimiento” (como lo conocemos) y poco tendría que ver con la evidente pequeñez del constructo social humano en su fugaz e ínfimo destello, ubicado en una imaginaria línea del tiempo que supuestamente comenzó con una gran explosión...


¿De qué sirve?

          Ahora, ¿de que sirve plantearse esto? Viendo a través del pensamiento “yo” no sirve en lo absoluto. Al “yo” no le interesa indagar en esto. A no ser que lo convierta en un negocio, del cual saque algún rédito monetario, emocional o espiritual, es una pérdida de tiempo. Hay tanto por hacer, tantas cosas más importantes, más accesibles, fáciles, más cómodas, divertidas, más prácticas, mas eficientes y rentables. Hay tantos problemas, tantas cuentas que pagar, tantas deudas, uno o varios cuerpos que alimentar, una identidad que cuidar, la casa, el hijo, la familia, la mascota, el trabajo, la carrera, el orgullo, el éxito, el fracaso, la felicidad...  tanta necesidad y tan poco tiempo.  
         Ademas hay tanto que experimentar, que cumplir, que concretar, que realizar... El pensamiento “yo” desea realización. El pensamiento “yo” vive en esa construcción y representación que es esa línea de tiempo que ha inventado. Vive en el tiempo. Debe trabajar duro de la mañana a la noche para alcanzarla, debe esforzarse para llegar a un lugar que nunca alcanza. (Como Sisífo) Debe disfrazar en la frase “el camino es la recompensa” toda acción neurótica para alcanzar lo que fervorosamente desea. Y que más desea el pensamiento “yo” que sentirse, existir.
             Ya que  íntimamente reconoce su inexistencia, ese pensamiento “yo” busca “ser”, busca perpetuarse en la memoria, para pensarse poseer esa supuesta existencia, continuidad,  inmortalidad, que la memoria le conferiría, no solo en él, sino también en los otros “yo”.  Por eso si bien la memoria es importante para recordar como hacer ciertas cosas, el pensamiento “yo” la venera y rinde culto, y glorificándola construye a partir de ella: cultura, tradición, acervo, teniendo como principio rector el temor a que todo lo recolectado, identidad, características, todo lo que supuestamente hace que seamos lo que somos se pierda, aunque mucho de ello este fuera de actualidad, sea absurdo o  ya halla entrado en “estado de descomposición”.
           Dentro de estas formas culturales y tradiciones entre tantas podemos destacar el racismo, xenofobia, homofobia, discriminación a personas discapacitadas o enfermos, machismo. Formas tradicionales y culturales de alimentación, de convivencia, de “ser”,etc. El pensamiento “yo” tiene también su propio acervo, su propia cultura, su propia tradición dentro de su núcleo familiar, dentro de su grupo de pertenencia, su nación, etc.
          El pensamiento  “yo”, sabe que va a morir absoluta, tajantemente, ¿qué sentido aceptar su inexistencia, reconocer su raíz que es el miedo, observar su vacío, saberse nada, ser solo un obsesivo pensamiento que desea tener continuidad? Él busca y desea entretenerse, distraerse hasta que el último aliento de un cuerpo que tampoco obedece sus caprichos ni le pertenece, le quite la insoportable carga de saberse con un fin. 

        De que sirve saber esto, si  de “lo otro”, “ese sustrato”, no se puede sacar provecho, no se puede hablar sin enredarse, sin tergiversar, caer en un pozo depresivo (y quebrarse), convertirse en un cínico, sarcástico, en un amargado, hacer “intelectuología”, o sin convertirse en un fundamentalista, o ser preso de la fantasía, sentimentalismo y “positivismo” new age, lo cual en todos los casos sigue siendo una extensión y expansión del pensamiento “yo”: “enredo, confusión, depresión, cinismo, sarcasmo, elucubración,  fundamentalismo, sentimentalismo”. Entonces, ¿que es “este sustrato” que sencillamente está, y que no tiene nada que ver  con todo este espectro?

¿Qué es “este sustrato”?

          El lenguaje se basa en diferenciar, identificar, en convenciones, actividades típicas del pensamiento. ¿Dónde está este sustrato? ¿Tiene un lugar?  ¿Qué es “este sustrato” que “está” y que está vivo a pesar del “yo”? “Este sustrato” que de no estar “vivo”, el “yo” perdería todo sostén. “Este sustrato” que es necesario para que el pensamiento tenga existencia. Presente antes, durante y luego (dentro de esa imaginaria línea de tiempo) de la configuración del pensamiento “yo”. 
          Utilizo la palabra “vivo” como algo que tiene existencia y es independiente del pensamiento, y que vive de por sí. Que no tiene un rol, una función, un sentido (en términos sociales) que es inteligencia, pero no inteligencia entendida como la habilidad del intelecto para resolver problemas, ni circunscrita al pensamiento humano. Inteligencia que puede verse manifiesta en cualquier ser a simple vista, o a través de un microscopio, un telescopio, “presente” en el sentido no de una presencia que esta “aparte”, escindida, separada, sino plenamente integral, presencia en el sentido de “estar” y “ser” y esencia en cuanto a características propias en donde esa inteligencia se ha configurado de forma particular.
          ¿No hay acaso allí un orden? No lo que el pensamiento supone es “orden”, poner las cosas en diferentes cajones, clasificarlas, organizarlas según jerarquías, valores, etc, abrir y cerrar tres veces la puerta antes de estar seguro que cerró, levantarse siempre con el pie derecho, tirar sal sobre el hombro, repetir 10 veces un mantra, rezar dos veces el ave María antes de acostarse...

         Algunos dirán déjese de dar vueltas ese sustrato es Dios y punto! Y allí se terminaría el tema. Unos cuantos  libros sagrados explicando, con un poco de pasión, fantasía, imaginación, ilusión, símbolos y promulgando algún tipo de moral, absolutamente todo.


Otros dirán déjese de vueltas ese sustrato es el Universo, denos tiempo y fondos para investigar! Combinación de elementos químicos, reacciones, componentes, interacciones, etc. La ciencia en su mas pura esencia y pasión, investigando y descubriendo fenómenos reaccionando en cadena, produciendo toda esa diversidad.

  En los dos casos el pensamiento “yo” tiene una interacción directa, un
protagonismo relevante en las posibles explicaciones, resoluciones, convenciones. En ambos casos son construcciones comprobables o hipotéticamente posibles en el caso de la ciencia, o inexplicables (aunque con muchas explicaciones rebozantes en mito) de los fieles, en la religión o creencia de turno.

En definitiva el pensamiento “yo” termina siendo el esqueleto articulador de esas construcciones, y parece lógico que esto sea así ya que están construidas a partir del pensar. Siempre hemos vivido así. El “yo”, esa idea autovalidándose como algo que existe, sosteniéndose en la coherencia y andamiaje que le da el pensamiento ya que es quien lo construye. Ese pensamiento que sigue estando allí como protagonista absoluto y su relevancia adquiriendo proporciones cósmicas en relación a los fenómenos explicados.
Pero si se deja de lado el pensamiento, allí donde el pensamiento “yo” no existe y sin embargo y a pesar del pensamiento “yo” “uno mismo” ve, ese ver es el sustrato. Entonces ni Dios ni la Ciencia en su mas pura expresión y pasión, podrían venirnos a explicar ni siquiera este pequeño momento absolutamente vivo, ni descubrir como una mirada nueva no condicionada por ese interlocutor, descubre cosas jamás vistas,  que no necesariamente cargan con la  impronta espectacular del entretenimiento a que nos tiene acostumbrados Hollywood, pero que poseen una cualidad única y es que son irrepetibles, siempre increíblemente nuevos, inesperados, inagotables, en un “siempre” que está fuera de esa línea de tiempo, dotado de una belleza que existe sin necesidad de ser vista y catalogada de bella.

Mirar por la ventana

          ¿Que significado adquiere el vacío, la nada entonces cuando no existe un pensamiento “yo” que tema habitarlos? ¿Para quién “significa”, si el pensamiento “yo” se extingue? ¿Puede existir allí el miedo? ¿Es posible “no pensar”? ¿Es una decisión, una opción “no pensar”? Si el “yo” fuese un pensamiento ¿le sería posible la opción de “no pensar”? Y si el “no pensar” no es cuestión del “yo” porque el “yo” es un pensamiento, ¿a quién corresponde? ¿debe corresponder a alguien?

          El “yo” siempre “hace”, permanece en actividad constante (es pensamiento), en movimiento, siempre hambriento de hacer, sujeto a la ansiedad, el estímulo, al deseo, la necesidad de colmarlo. ¿Qué implica dejar de “hacer”? 

           Aquietarse y sólo observar, no-hacer. Observar todo, no desde un centro que todo lo ve sino ver sin un centro, que sólo exista observar, observar el movimiento del pensamiento  sin guía, observar su actuar, su velocidad, sus asociaciones ligadas a emociones, su actividad, pero sin brindarle en lo absoluto (abandonado en el no-hacer), ni una gota de energía, salvo allí en donde esa energía es solo ver. Ver como el pensamiento se desvanece, escuchar el latido del corazón, la respiración, la luz que pasa por la fisura de una ventana cerrada en un cuarto oscuro las partículas suspendidas en el aire, el sonido de las aves, el movimiento de la marea, el vaivén de las ramas, un rostro... ¿Quién ve desde allí donde el pensamiento, donde el “yo” no está? ¿Hay algo viendo desde allí? ¿Por qué el pensamiento pregunta quién hay? ¿Por qué el pensamiento quiere crear a alguien mas allí? ¿Hay realmente algo allí que ve? ¿O sólo es ver? ¿Puede la vieja estructura del pensamiento abordar esto? ¿Hay algo que no gire aferrado a la estaca del pensamiento “yo”?

          Uno mismo, lo que uno “es”, no es un centro desde el cual mirar. No es que sea “uno” y luego de éste vengan otros y así una multitud. No es un consejero forjado en la personalidad y carácter, no es heredado, no es parte de la tradición, no es un arquetipo, que dicte o sugiera el como actuar, el cómo ser, y sin embargo posee inteligencia en la acción, inteligencia que no pertenece a ningún “yo” ni exclusivamente a la humanidad, porque la inteligencia no es un terreno que pueda ser monopolizado o privatizado. En el “uno mismo” no hay división y sin embargo se reconoce que esto es “esto” y aquello es “aquello”. “Uno mismo” no  puede ser sometido al análisis psicológico ya que no tiene memoria, no tiene herida, sin trauma, no acumula experiencia, no crece ni decrece, no hay búsqueda por ser ya que sin esfuerzo es. Así no puede ser encasillado, capturado, atrapado en el tiempo, ni vendido, ni comprado, ni negociado, ni corrupto.  

          Aquí el  límite del pensar, el límite del lenguaje, su campo inmenso aunque limitado, girando entorno a un eje “Yo”. Mirar por la ventana siendo nadie, “uno mismo” sin límites, en completa libertad. Pero no la libertad orientada por el pensamiento “yo” girando sobre la concreción de sus deseos, buscando su propia satisfacción, realización, diferenciación, etc, a veces rebozando en obras humanitarias a veces aplastando cualquier cosa a su paso para sentirse, para ser, para existir, para realizar, para alcanzar, etc, (cosa imposible, inalcanzable para el  “yo” debido a su inexistencia) sino la libertad orientada por esa inteligencia sin dueño, “uno mismo”.

¿De que sirve esto? No sirve para nada y sin embargo lo cambia todo.

domingo, 17 de junio de 2012

Bajo el cielo de invierno

Es agradable ayudar a la gente. Es agradable adquirir ciertos conocimientos para ayudar a la gente. Sin embargo es necesario comprender las intenciones de esa gente, para ver si vamos a ayudar o no. Ayudar sin involucrarnos con la gente e indagar en sus intenciones, puede convertirnos en vehículo de cosas que no queremos para “ayudar”, aunque ese “ayudar” alivie nuestras ganas de ayudar. Es necesario cuestionar nuestras “buenas intenciones”, indagar en ellas para ver en que se originan, cuál es su semilla, que significan. Cuando cuestionamos esas “buenas intenciones” se evita la “gratificación”, (premio por la “buena obra”). Es mas sencillo escuchar lo que el otro pide, curiosear en sus intenciones y ver si vamos a brindarnos a colaborar, colaborar libres de todo premio brinda una libertad que no ata a las cadenas de la  retribución. Porque si vamos a convertir el ayudar en un negocio del cual siempre vamos a estar esperando algo, no van a importar las intenciones del otro, sino solo nuestra necesidad. Y si solo importa nuestra necesidad va a pasar lo que pasa hoy en día, individualismo, ansiedad, soledad, escape.
     
    Hay un miedo intrínseco generado por esta misma sociedad, miedo a perder, a quedar rezagado a no concretar lo deseado, a no aprovechar la oportunidad que alguien mas podría tomar, la oportunidad de nuestras vidas, las que nos va dejar a salvo y seguros. Oportunistas empujándose a codazos, cuidando con recelo el dato, la información que nos diferencie y dé un plus, una ventajita, para ver quien gana, quien es más rápido, más hábil, más astuto, más capaz. ¿Vamos a convertir la vida en un negocio salvaje donde el más apto sobrevivirá? ¿Y que pasa con los que no son tan rápidos, con los que no son tan astutos, tan capaces? ¿Vamos a ser lo suficientemente “buenos de intenciones” para cobijarlos en nuestro regazo? Vamos a decirles: No se preocupen estamos nosotros para cuidarlos, guiarlos, ayudarlos. Ahora sí, quédense ahí, pero debajo de mí, jamás voy a ceder mi lugar, sino se convertirán en miles de competidores. Entonces viene otro que no es tan apto, que no es tan rápido, pero tiene un revolver y un historial terrible en su vida, te pega un balazo en la cabeza, o viola tus derechos; y aunque no sea “justo” tiene un revolver y te saca lo que hábilmente obtuviste (lo que te mereciste por tu esfuerzo, dedicación y sudor), pone la balanza en equilibrio “justo” dentro de la lógica social del mas rápido, más fuerte, mas furioso, mas preparado, mas oportunista, el más astuto, el mas capaz, el más “vivo”. Nuestra sociedad no podría soportar mas competidores tratando cada uno de lograr sus propias metas. No necesitamos mas competidores, creyendo que eso nos va a hacer mejores. La competencia no genera una buena mujer o un buen hombre. Se puede ser competente en una tarea particular, pero ser un buen hombre o una buena mujer, lo que implica la bondad, mas allá del “bueno y malo”, no es una tarea particular, no es una disciplina.
   
    De que sirven las obras de beneficencia si es sólo es para mantener la gente ahí, han existido desde siempre, sin embargo eso no a ayudado a que la gente cambie su lógica de lucha, de antagonismos. Y si alguien sale de allí y se lo prepara para enfrentar el mundo, con eso que se llama educación, con un oficio o lo que sea, ¿Para qué se lo está preparando? ¿Cuál es el mundo que esta fuera? ¿Se está preparando a un combatiente? ¿Otro que entrará en el círculo enviciado? ¿Preparamos soldados para salir a “lucharla”, a la guerra diaria del mas apto? ¿Para qué preparamos a nuestros niños? ¿Para qué nos preparamos nosotros?  ¿Para ser mas aptos y tener mas “armas”, y triunfar en la competencia? ¿Quién quiere ganar así? ¿Quién quiere jugar una guerra entre nosotros? ¿Cuáles van a ser los pocos habilitados a alcanzar el trofeo? ¿Cuánta gente tiene que morir de un lado o del otro? Porque hay gente desesperada, muerta en vida, hay gente sufriendo en todo el mundo, a la vuelta de la esquina, pobre, rica… ¿Vamos a decir que es su karma? ¿A caso no han salido todos a pelear por su felicidad? ¿Alguien ha ganado esa lucha? ¿Esa competencia? ¿Ese torneo de campeones?

¿Vamos a prepararnos para ser los mejores? ¿Que significa ser los mejores? ¿Cuál es la intención? ¿Vamos a ayudar a eso? ¿Vamos a contribuir a ese círculo enviciado? ¿Conocemos nuestras propias “buenas intenciones”? ¿Hemos indagado que significan? ¿Podemos o queremos hacerlo? ¿O tenemos otras cosas mejores que hacer, mas interesantes, mas atractivas?¿O estamos cansados? ¿O la vida diaria para poder sobrevivir y para concretar nuestros deseos, para estar a tono, o hacer mas dinero, nos resta mucha energía? Ahora, ¿cómo vamos a ayudar? ¿Vamos a ayudar?, ¿O vamos sólo a donar unas bufandas y quedarnos tranquilos con la tarea cumplida?, con esa sensación agradable de haber ayudado a la gente, mientras día a día contribuimos a que mas gente necesite de abrigo, de comida, de calor o afecto, a la suciedad de una ciudad… lo que sea… Si cada día contribuimos a la competencia, a la carrera, al enfrentamiento entre nosotros, a la disputa; con intereses  opuestos, sin relación de proporción, sin la mas mínima noción de que cosas son importantes.
Uno lucha porque no puede vivir sin su vaso diseñado con pintitas, otro porque quiere un vaso mas grande, otro no tiene para un vaso y otro porque ni siquiera tiene qué tomar. ¿Que es verdaderamente lo mas importante sin preguntarse: “¿Qué es lo mas importante para mí?”? Porque si uno utiliza el “mi”, y esta enredado en ese circulo enviciado va a tener la mirada sesgada por su pequeña “realidad”, y su pequeña complacencia.
Es necesario trabajar en deshacernos de nuestra propia ceguera, de nuestra propia estupidez heredada, y autosustentada, deshacerse día a día de todo lo que no es verdaderamente importante y no lo que a “MI” me parece que no es importante, y así ayudar, ayudar aunque uno este en ese momento sólo, sentado y simplemente mirando el cielo de invierno.

jueves, 14 de junio de 2012

Nuevas conexiones

Los días húmedos, fríos, son como una joya que en general la gente no quiere. En esos días casi inmaculados se puede apreciar con mayor facilidad el mundo, el mundo de verdad, ese mundo que esta fuera de la neurosis rutinaria, de la cotidianidad ciudadana, de la rígida estupidez que a veces pretende establecer cierta inercia cultural a las neuronas. Uno podría suponer que estas células no tienen nada que ver con el amor, con  su capacidad de establecer nuevas conexiones, con su capacidad de recrearse, su flexibilidad…, sin embargo sí. Cuando esa rigidez no existe, las neuronas están vivas, crecen se reproducen, establecen nuevas conexiones. Y si bien el amor, (aunque sí la palabra amor) no es una creación del cerebro, ni esta dentro del cerebro; eso que esta mas allá de la palabra y del cerebro, inunda la palabra y el cerebro desatrofiándolos. Entonces el cerebro es una herramienta viva que siempre esta aprendiendo, a cualquier edad, aunque jamas haya participado de la educación formal. Y es así que ese cerebro vivo, aunque no pueda “abrazar”, no va a imponer ninguna traba para que ello suceda; y cuando suceda, la percepción íntegra de ese “abrazo” establecerá otra nueva conexión y se creará un nuevo cerebro, que no estará estancado recorriendo los viejos surcos de ese disco rayado llamado condicionamiento.

viernes, 10 de febrero de 2012

Suceso Suave y Súbito


Querido amigo, paso a relatar el suceso vivido hoy por la mañana en la rambla.

A la altura de Malvín, en uno de los bancos, había una monja con un libro religioso a medio cerrar en la mano. El dedo índice como improvisado marcador, señalando quizás algún sector de sus hojas, y la mirada perdida en sus pensamientos. Pocos minutos después de que la pasé, comenzó a lloviznar, me di la vuelta, mire el cielo que estaba semi cubierto por grandes nubarrones de tormenta pero con el sol que persistía en sus bordes, definiéndolos y dándoles una dimensión exuberante. Un arcoiris gigante apareció para atravesar la rambla de un lado al otro. Luego se detuvo la llovizna y el espectáculo, inesperado y sorprendente, se mantuvo por unos segundos mientras la llovizna, ahora convertida en apenas un rocío, se hacía cada vez mas imperceptible hasta que, junto con el arcoiris, desapareció como apareció: suave y súbitamente. Al regresar volví a pasar cerca de la mujer religiosa que seguía con su libro, el índice sumergido en aquellas páginas y la mirada perdida vaya a saber donde. Jamás vió el arcoiris.

jueves, 2 de febrero de 2012

Alegría sin motivo

           Si uno conoce los motivos para estar alegre, entonces eso no es mas que la posible complacencia de algún deseo que pueda satisfacerse. La satisfacción, no es alegría, el alcanzar esos objetivos para ser alegres o transitar un camino (disfrutándolo o no) que tal vez nos conduzca a ese objetivo, tampoco lo es.

          El deseo proclama ser satisfecho, puede ser el deseo de cualquier cosa. O bien es satisfecho o no. Si lo es nos ocurre algo y si no lo es otra cosa. El deseo siempre esta ahí. Uno puede ver como surge. El deseo nace de la sensación primero, algo nos gusta o no nos gusta, si nos gusta y nos hace sentir bien lo queremos repetir, si no, no lo queremos repetir mas.

          Hay una separación entre lo que deseo o no deseo y el objeto psicológico o material que posé esa cualidad que nos dará determinada sensación, “positiva” o “negativa” según nuestro parecer. Esa separación es tiempo. Tiempo entre lo que soy y lo que seré con aquel objeto de deseo, allí actúa el pensamiento que proyecta lo que posiblemente seré con cada una de las opciones. Si me agrada trataré de acercarme a través de diversos medios y si no trataré de mantenerlo lejos. Aunque inevitablemente esa proyección este distorsionada por nuestra ansia, o por la simple limitación que tiene las proyecciones mentales, incapaces de manejar lo absoluto de las variables además de los prejuicios y pre conceptos con los que ya carga.

           En la alegría sin motivo, no hay una distancia entre el desearla y conquistarla, no hay un transito, porque la alegría sin motivo carece de deseo, carece de objetivo, carece de camino, no tiene un “espacio” para recorrer por tanto, tampoco en ella existe tiempo. No hace camino al andar, no deja rastros, no une puntos buscando encontrar la imagen, no trata de ceñirle una lógica, una razón, justificación, un sentido al andar, sin embargo, inherentemente, viene con su motor que es puro significado en sí mismo. Ella es su causa y su efecto, entre su causa y efecto no existe espacio.

            Esa alegría es sagrada, esa alegría esta fuera del tiempo y del pensamiento, es así que no tiene principio ni final. Allí no hay muerte. Es decir la muerte física de alguien puede ocurrir, siempre puede ocurrir. Lo que no está es la idea de la muerte como el miedo de que se acaba el tiempo, la idea de un proceso, motivo por el cual corremos como locos (y siempre intentamos acelerar cualquier proceso) detrás de lo que deseamos, antes de que llegue el final (la muerte, es decir, final de una etapa, o de nuestra vida, o de la promoción de algún producto). Por supuesto tratamos de desacelerar el proceso de la etapa de nuestra vida que más nos agrada, el proceso del envejecimiento y la conclusion de la breve promoción de algun producto.

            No queremos perdernos la oportunidad, de cumplir con la etapa, con nuestra vida o con el beneficio que ese producto nos dará bajo esas óptimas condiciones. Convivimos a diario con esta ansiedad, con esta idea de que nos estamos perdiendo de algo, algo mejor de lo que tenemos, algo mejor de lo que somos.

            Y el tiempo pasa y algunas cosas que deseamos se concretan y otras no. Y muchas veces corremos tras cosas que parecían ser importantes para cumplir con ciertas exigencias, creencias, imaginaciones personales, sociales o culturales y luego vimos que no lo eran. Esto tampoco implica dejarse caer en la dejadez que es la respuesta a la exigencia obsesiva, donde aparece esa frase absurda: “Ser mejores cada día” como si ser mejores fuese una dura acumulación de puntos, o algo así, para luego poder obtener algo a cambio. Allí hay tiempo, pensamiento y objetivos. Que desde el punto de vista material son lógicos, pero desde el la psiquis carece de sentido.

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EJ:

Del punto de vista Material:


Objetivo:

Limpiar el cuarto.

¿Que es limpiar?

Es sacarle el exceso de suciedad.

¿Por que limpiar?

        Si hay un exceso de suciedad puede generarse en ella bacterias que provoquen enfermedades. Es una necesidad limpiar para, entre otras cosas, conservar la salud.

Pensamiento:

        Usar pala, escoba. El pensamiento busca los objetos pertinentes para desempeñar la tarea.

Tiempo del proceso:

        Media hora. Cada 5 minutos podemos ver un avance 20, 30 o 40 %.

Del punto de vista Psicologico


Objetivo:

        Quiero ser una mejor persona, limpiar lo peor que hay en mí para no estar enfermo!

¿Que es ser una mejor persona?

        Hay varias opiniones al respecto.

¿Por qué ser mejor persona?

        Porque siento que así como soy no estoy bien, no me siento bien.

Alguna vez se preguntó:

    ¿Me siento mal porque me estoy comparando o tratando de apegarme o forzarme a una forma de “ser mejor” estándar?

     Si ya me di cuenta de que la forma como pienso, actúo y me relaciono NO me hace bien, ni al entorno. ¿Porque sigo pensando, actuando y relacionándome así?

     Si sigo actuando de esa manera que me tortura y-o tortura a otros, porque no me di cuenta, ¿por qué no presto atención a lo que pienso, lo que hago, a como me relaciono? Y si encuentro algo allí que está apestando todo, ¿porque no lo abandonó?

Pensamiento:

          Usar método, Gestaltico, cognitivo-conductual, etc, Zen, Budismo, Yoga, etc.

El pensamiento busca herramientas, busca objetos, técnicas, etc, pero no puede en este campo llegar al acto de ser lo que hay mas allá de las palabras, mas allá de las palabras esta el cambio y el hecho real y vivo del cual las palabras, los libros, nada pueden transmitir: el puro vivir. Pero para la vivencia es necesario arriesgarse, y el pensamiento quiere seguridad, quiere saber para prever. Ceñirse a un método que alguien inventó es intentar prever, tener algún tipo de certeza, y es amoldarnos también y es forzarnos para obtener algo que deseamos. Puede ser paz, amor universal, o el nombre o termino mas lindo e inspirador que se nos pueda ocurrir.

Tiempo del proceso:

          Del punto de vista Psicológico:

¿hay forma de medir “el porcentaje de estar mejor”?

¿Hoy estoy un 20 % mejor "mas limpio" de mi psiquis que ayer?

¿Tengo un 20 % menos de envidia, odio, resentimiento, autocompasión o sentimientos perturbadores de algún tipo?

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         Hay una cosa que sabemos, hasta que no los hayamos abandonado esos sentimientos perturbadores, sean cuales sean, seguirán ahí. Podemos sentir que han menguado, que los controlamos pero están ahí, siguen actuando. Y mientras los controle habrá una tensión interna que explotará en algún momento. Es decir los mantengo a raya, los controlo, (pero los mantengo) así es que no hemos llegado a la raíz del problema. Mientras sigan ahí (mientras los siga agarrando) yo dependeré de la técnica, del método y mientras siga dependiendo, seguire siendo esclavo del control. En el control hay lucha, algo tratando de dominar a otra cosa, hay una disputa interna.

No ver el origen que alimenta todo ese conflicto y pugna que se desata en nuestra conciencia y todo lo que provoca, es el origen de nuestros males. Es ese conflicto que se manifiesta siempre de alguna manera. Porque el conflicto interno sigue ahí.

Ahora si uno piensa que liberarse de todos esos sentimientos perturbadores es dejarlos "salir" para que no nos ahoguen, o utilizarlos sin ningún escrúpulo, también es un error . Ya que ese "dejarlos salir" no implica un liberarse de ellos. (compruebelo por usted mismo). ¿Entonces que hacer?

Si no los dejo salir, si no los saco, ¿qué hago?

¿Y si no hago nada?

¿Qué es eso de no hacer nada?

Obviamente no es entregarse a ninguno de estos sentimientos perturbadores. Obviamente no es luchar contra ellos. Sin rendirse ni luchar, ¿que sucede? Y además, ¿quién es este que lucha o se rinde?

Uno esta tentado a decir "yo". ¿Y que es "yo"? De que esta formado todo este "yo". Acaso este "yo" no esta formado de todo eso? Acaso todos estos sentimientos perturbadores entre tantas otras cosas, tendencias, memoria, condicionamientos de toda clase, no son parte inseparable del "yo"? ¿Es posible actuar y solucionar definitivamente desde el "yo", si todo eso que conforma el "yo" es el problema?

Cualquier acción desde allí traerá con ella lo que el "yo" es.

¿Es posible entonces actuar sin el "yo"?

Y uno podría plantearse: Si no esta el "yo", no queda nada. Y si no queda nada, lo cuál implica nada que luche, ni nada que se rinda, desde esa libertad que no a perdido ni ha ganado, simplemente vivir ? ¿Que sucede si se vive sin la idea de ganar o perder, sin utilizar este bello lugar como un ring?

El tiempo sicológico es la principal excusa para no cambiar. Diciendo y repitiendo: Cuando cumpla el proceso de recuperación psicológica seré mejor. O aun no estoy recuperado me encuentro en un proceso.

    ¿Cual es el último día, la última hora, el último minuto, el ultimo segundo antes de la finalización del proceso para ser mejor?

    ¿Cuál es, donde está,  el último segundo antes de la muerte de eso que es necesario dejar morir, para cambiar totalmente?

    ¿Por qué  mantenemos con vida una forma de ser, una forma de pensar y actuar, una forma de relacionarnos, etc, etc, determinada, si vemos claramente que esta apestando todo?

     Y si no sabemos como: ¿por qué vamos tras el método que pretende darnos una seguridad de éxito? ¿Por que siempre buscamos el "cómo"? ¿Es que queremos ahorrar tiempo? ¿Es que queremos que nos lo digan pronto para salir del embrollo en nuestra vida y luego seguir con lo nuestro? ¿Es acaso la vida un tipo de artefacto al que hay que encarar con unas instrucciones perdidas, al que sólo algún especialista o guru tiene acceso?

           Nos aferramos a lo conocido, esto nos da seguridad y el pensamiento se maneja en los límites de lo conocido. Todo lo que él construye tiene una base en lo anterior, mejorado, optimisado, etc. Pero como hará con el odio, con el rencor, con la envidia, con el egoísmo, cómo mejorarlo?, como decir tengo una mejorada envidia, tengo un más optimizado rencor, la versión 1.2 del odio que tengo es mejor que la anterior!

           Y que es la muerte sino el fin de todo lo conocido. Cuando lo conocido acaba, surge el miedo a no saber, y el deseo de saber que hay mas allá, de la etapa de la vida, de la vida misma o breve promoción del producto, quiere encontrar la tranquilidad de lo que ocurrirá mañana (lo desconocido), pero quiere encontrarlo hoy, para poder actuar hoy, para hoy estar tranquilo, seguro. Su deseo entonces no puede ser satisfecho, su alegría no puede ser completa. ¿Que haré? ¿Como haré? ¿Que hay después? ¿Como podré planificar hoy, lo desconocido, para estar preparado y actuar? Y con este miedo a no saber, piensa, supone y en base a esa suposición atestada de miedo construye el hoy y por tanto mañana y el día siguiente y así sigue, en el círculo cerrado del miedo. (Cada día diciendo con esperanza, fe y entusiasmo: mañana será un mejor día!... cada día diciendo mañana... en ese extraño proceso)

El miedo y la alegría no pueden ir juntos.

          En la alegría sin motivo no existe la ansiedad, hay intensidad, hay frescura, es integra, hay libertad y esa libertad puede coexistir perfectamente con los momentos tristes, pero no existe en ella ni el más mínimo rastro de miedo de estar perdiendo el tiempo o de estar perdido o no saber. En ella no existe el deseo, ni el anhelo de concretar. La alegría sin sentido puede ver a los ojos los hechos y como ella los ve sin ningún sentido, no interpreta, no dirige, ni manipula, ni disfraza los hechos, sino que solo los ve como son.

         No es conociendo la alegría ni viéndola como un objetivo, que somos alegres. No es recorriendo un tramo ya que eso implica también tiempo, distancia, la construcción de un camino, un inicio e inevitablemente un final. No es conociendo y controlando las variables de lo que satisface nuestros deseos, que somos alegres. Solo somos verdaderamente alegres siendo la misma alegría.