miércoles, 2 de marzo de 2011

Romper el molde

Queremos ser especiales, únicos. Reafirmamos esta idea a diario. Vemos gente ¨especial¨, que sobresale, adorada, admirada. La propaganda reafirma esto y también confirma y justifica nuestros deseos. Sin embargo esa misma propaganda que nos incentiva a ser parte de algo que nos hará especiales perteneciendo al grupo del los únicos (o sea miles y tal vez millones) niega indudablemente las cualidades de ¨especialidad ¨ que nos dará ese objeto o esas posturas, actitudes, slogans que nos ofrece. Queremos ser especiales pero con la necesidad de pertenencia y noción de identificación con algo o alguien.
Muchos dicen tu eres único e irrepetible. Pero uno no esta muy seguro de esto por eso se embarca en un sin fin de caminos para sobresalir. Y como estamos confusos en nuestras vidas, entonces buscamos algún líder, charlas motivacionales, algún referente que tenga aspectos que nos parezcan únicos o deseables o especiales o que tengan algún tipo de éxito, que nos de certidumbre. Y como somos lo suficientemente perezosos comenzamos la rutina, los patrones de conducta, los cursos de autoayuda y superación personal, los mantras de hace miles de años o las citas de hace unas cuantos siglos, o los slogans de un par de días. Las posturas, la ropa, las actitudes, nuestra forma de pensar, las formulas,  las terapias que duran años y años. En el encierro artístico con esa sensación de autoexpansión,  enajenante e indudablemente ególatra buscando nuevamente sentirse especial y realizado. Saltando de aquí para allá. Todas formas superfluas. Solo eso, formas. La liviandad de la mas simple a la mas compleja. Así nos transformamos en personas de segunda, tercera o cuarta mano, replicas, hijas de replicas.
Buscamos autoridad, queremos un líder que nos dirija, político, intelectual, pop, o un ideal que nos guíe en el camino de ser distintos y particulares, para poder reconocernos ante los demás y obtener algún beneficio de ello, diferenciarnos de otros, por supuesto dentro de ciertos límites ya que tememos ser rechazados. Queremos una fórmula o un método que nos indique el camino, que nos de certeza de nuestros actos para sentirnos seguros en la senda de ser distintos. Pero en el seguir a otro se pierde toda frescura. Nace la imitación. Porque lo que en realidad queremos es la seguridad que nos proporciona, ser deseados, admirados, y queridos. Queremos pertenecer inevitablemente al grupo que nos protegerá y dará seguridad obviamente siempre y cuando cumplamos con sus normas, nos adaptemos y amoldemos. Incluso el mas rebelde de los rebeldes es hijo de lo que se rebela y donde solo uno quiera unirse a su causa de rebeldía ya esta creando otra forma de molde, que solo tiene sentido mientras exista aquello de lo que se rebela. Por tanto si puede mantiene vivo a su opositor para que su causa tenga sentido.
Quizás también podemos querer ser líderes, sometiendo a otros a nuestra visión, a nuestra idea del mundo para lo cual necesitamos conquistar la atención de otros que nos darán con su admiración y alabanza el sustento a nuestras visiones. El buscar ¨seguir¨ o el buscar ¨ser seguido¨ para encontrar en ello el apoyo necesario, la seguridad suprema que nos otorgara encontrarle un sentido a lo que hacemos, sostenido en la cúspide o sumergido en la inercia de la masa confusa y vaga.
Si uno viera con claridad que la idea de ser especial la tenemos solo cuando nos comparamos con alguien o cuando comparamos nuestras actitudes con algún ideal de lo que creemos es  ¨ser especial¨ nos daríamos cuenta quizás que  trae un inevitable conflicto con nosotros mismos ya que nos amoldamos y sometemos inevitablemente a un esquema, nos forzamos (si, los vagos depositamos una gran energía en forzarnos a ser algo, porque alguien allá afuera nos dice: Ustedes no son nada, así que sean algo, por tanto siganme).
Si somos verdaderamente honestos con nosotros mismos, podemos ver en nosotros la necesidad constante de aprobación, la necesidad de estímulo, y por atención, aprobación y estímulo podemos embarcarnos en cualquier estupidez. Fumar hasta el cáncer, ingerir cantidades absurdas de alcohol, drogas de todo tipo, llevarnos al exceso y a límite en cualquier aspecto. Estimulantes para rendir más y estar aptos para las exigencias de aquellos a lo que queremos alcanzar, rendir cuentas, complacer satisfactoria y efectivamente aceptando en ese negocio, en esa transacción cualquier tipo de actitudes de violencia e irresponsabilidad tristemente condescendiente, todo a cambio de nuestra necesidad de seguridad.

Pero que sucede si uno no compara, si uno no se compara con otro, si a uno no le interesa ser único, ni especial, ni del montón, si uno no busca seguridad psicológica en ningún patrón de conducta, ni un ideal que seguir, sino que uno esta entregado absolutamente a este único momento con todo su corazón con toda su intención, verdaderamente …. si uno simplemente Es. Esto no quiere decir que uno no pueda planificar, ni armar un esquema organizado de su actividad. Pero esta claro que la planificación y la organización mental que uno pueda hacer de lo que llama su vida no es la Vida. Es solo una estructura para sentirse seguro hoy, algo de seguridad mental. Un señor le dice a su amigo del alma: Mañana a las cuatro nos vemos en el cine. Ambos son personas que saben cumplir y desempeñarse de forma ordenada permitiendo administrar su tiempos, organizados y previsivos. Un poco antes de llegar, un camión pisa a uno de los amigos y muere. El otro cuando se entera de lo sucedido dice llorando: Pero, pero esto no es en lo que quedamos!

¿Han observado la intensidad de la vida, sin objetivo más que ese momento exacto que ella se sucede,  el acto mismo de vivir? Será posible que en ese Ser que no compara, por tanto no envidia, que no envidia por tanto no desea imitar, que no imita por tanto es libre y creador, será tal vez que desde ese lugar lo nuevo, lo fresco pueda surgir, absolutamente responsable y compasivo (sentir con el otro), ahí donde sólo el Amor puede ser. Es posible que lo especial y único ocurra porque ese ¨ser especial¨ no esta identificado con nada, ni nadie que lo pueda poseer, dominar controlar, vender o someter al molde. Ese ¨ser especial¨ no es especial en comparación a otro que no lo es, de ese ¨ser especial¨ nadie puede sacar beneficio propio ni utilizar contra nadie, ese ¨ser especial¨ no puede ser contenido en una definición, ni verse su reflejo en el espejo, ni captado por la lente de cámara alguna, y el que intente vender su cualidad en alguna formula solo estará vendiendo en verdad una triste imagen muerta.